Cada día que transcurre trae consigo un nuevo acto de corrupción, lo cual tristemente parece que dejó de ser sorprendente. Muchas veces me pregunto qué pasará en el futuro, cuando hoy ya es evidente que los valores éticos y la moral ya no están presentes en el sector público, y en algunos casos tampoco en la empresa privada, pues han sido reemplazados por el individualismo y el interés particular de enriquecimiento de quién tiene el poder decisivo.
De lo que estoy plenamente seguro es que nadie se había imaginado que el director anticorrupción de la Fiscalía General de la Nación estuviera vinculado en estos escándalos. Ahora nos enteramos que ha pactado con personas que están siendo investigadas, precisamente, por presuntos actos de corrupción beneficios, recibiendo dinero a cambio de actuaciones para incidir en los procesos en su contra. La gravedad de este asunto es extrema, pues lesiona de una manera muy grave la integridad y la confianza de una institución tan importante como lo es la Fiscalía General de la Nación el ver que el propio director anticorrupción, a quien se le confió la responsabilidad de un asunto tan importante y crítico en el país, también carece de dichos valores éticos y morales.
Sin embargo, confío en los indicadores y la labor del Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, pues como señalan las noticias, desde que asumió la dirección del ente acusador, cerca de 50 fiscales han sido investigados por trabajar en interés particular y no por el interés del país.
Pero lo preocupante y triste es que aunque se esté en la labor de limpiar las instituciones y la administración pública de individuos de este despreciable talante, cada vez somos más conscientes de que el país vive inmerso en el paralelo negocio corrupto y que la administración de nuestros intereses está, en gran parte, en poder de personas como los protagonistas de tantos escándalos de corrupción.
Con pocos años en la administración de la cosa pública estos deshonestos salen con sus cuentas bancarias, tanto en Colombia como en el exterior, llenas de recursos robados a un pueblo que cada vez contribuye más en impuestos y lo que necesita es poder tener un desarrollo equilibrado, con acceso a servicios y programas que les ayuden a mejorar y salir adelante.
Esperemos que los colombianos reflexionemos y hagamos campaña para rescatar nuestros valores y que los corruptos se castiguen ejemplarmente, para que los futuros funcionarios sean personas íntegras, le teman a la acción judicial y, aunque tengan la tentación en su poder, no jueguen con lo ajeno y se limiten a ejercer su responsabilidad de forma íntegra, ética y transparente.
La corrupción se ha destapado, entre otros, en Odebrecht, Ferrificar, Isagen, la Alcaldía de Bogotá, Gobernaciones, otras alcaldías y entidades del distinto orden. Y ahora, ¿el propio jefe de corrupción de la Fiscalía? Es sinceramente indignante. Es muy preocupante pensar que en quiénes confiamos la importante tarea de impartir justicia contra los corruptos se vean involucrados en escándalos sobre casos que deberían estar combatiendo y sancionando de acuerdo a sus funciones, en lugar de alimentar tan triste delito desde el interior de la Fiscalía.