En el mundo occidental, en el anglo-hispano o en otras palabras, en aquel en donde las creencias judío cristianas tienen prevalencia, la mujer ha desempeñado un papel en la sociedad que en algunos casos puede interpretarse como de sumisión o de sometimiento al hombre o de reconocimiento íntimo de sus valores. ¿Tendrá algo que ver lo que nos dice la tradición o la Biblia con respecto a la creación de la raza humana, sobre la creación de Adán y Eva? Según esa historia, Dios dispuso que Adán no debería andar solo y creó a Eva para que lo acompañara. Su expulsión del paraíso terrenal mostró la voluntad del Altísimo y el destino de la humanidad y el de la mujer. Desde luego que su condición de ser la encargada de acompañar a Adán y de paso propagar la especie, la hace objeto de múltiples consideraciones, por parte de sus congéneres; unas de contemplación, de adoración, admiración, respeto y amor, que las ha aceptado voluntariamente por consenso general de todos sus congéneres; así es como han pasado a ser las guardianas y preservadoras de las virtudes de la sociedad, si es que estas cuando existen, por lo menos de sus valores y tradiciones.
Existen sociedades en las cuales la presencia de la mujer en toda la vida social es inextinguible e irrenunciable. Pero también, como es el caso del Islam que según sus normas deben obedecer y acatar el Corán, libro este que iguala al hombre con la mujer solamente ante su presencia. La mujer queda sometida al hombre, que no es precisamente lo que sucede en este mundo; la situación en la India no guarda relación alguna con lo que por estas latitudes presenciamos. Allá el sometimiento es casi inverosímil; tanto es que en algunas partes de ese país cuando se conoce del nacimiento de una niña bien puede hacerse que se interrumpa el proceso y no nazca.
Se me ha ocurrido esta reflexión a propósito de las finas poesías que las mujeres han inspirado en los hombres, que obviamente contradicen cómo algunas tradiciones y digamos religiones las tratan- Las feministas que tanto abogan por el bienestar de sus congéneres se espantarían al saber cuál es el destino tradicional en la India. Todos desde luego estamos espantados al conocer de los feminicidios que se suceden en nuestro país, así como los malos tratos que algunas de nuestras mujeres sufren a manos de miembros del sexo opuesto. Las queremos siempre impolutas, en el más alto grado de consideración. De ahí el pensamiento de alguien que respetando al género complementario, que no el opuesto como se suele decir, bien decía ante el pensamiento de una deslealtad “que mi mujer no me falte nunca y que si alguna vez cae en la tentación que yo no me entere”. Parecido a lo que pensamos todos los colombianos sobre la conducta de nuestros gobernantes. No solamente deben ser sino haber sido honestos.