Como candidato a la vicepresidencia de Viviane Morales, en una entrevista, pidieron mi opinión sobre el programa Ser pilo paga. Como primera medida, opiné sobre el programa Pico y placa para destacar las similitudes entre los dos esperpentos. Tristemente esta opinión sirvió para descalificar a Viviane: “la candidata tiene para vicepresidente a Jorge Leyva que confunde el Pico y placa con Ser Pilo paga…”.
Esto, siendo que con mi respuesta quise destacar que estas aventuras están pintadas de improvisación, demagogia, negligencia, irresponsabilidad y juegos mediáticos: que el caos del tráfico de Bogotá se debe a que no hubo profesionalismo y previsión oportuna en la planeación. No hubo espíritu magnánimo, grandeza, siendo que la movilidad, como arte, fue inventada hace más de cien años. Quise destacar que el Pico y placa es sinónimo de caos. Interviene la calidad de vida de los residentes de Bogotá, esto, sin recato alguno, por parte de los responsables.
Ahora, hace 16 años, la revista Cromos publicó un ensayo en el que yo sugería que los universitarios que estudien con recursos del Estado deben regresar a la región de donde son oriundos: y que si regresan deben ser privilegiados por el Estado. En cambio, quienes no regresen a su región de origen deben pagar los costos de sus estudios.
De aquí que con la pregunta sobre el programa Ser pilo paga quise destacar otra improvisación que en nada beneficia a Colombia: Que es un triste error desadaptar a los estudiantes más brillantes de país: facilitándoles estudiar carreras que poco tienen que ver con las necesidades y la vocación geográfica de las regiones. Estimulando el desempleo de profesionales jóvenes en las grandes ciudades y la fuga de estos a otros países, con recursos estatales.
La idea es que el costo de los estudios universitarios sea asumido por estos, que firmen un contrato de crédito bancario, por el valor de la carrera –sin distinción de la universidad seleccionada, oficial o privada (deuda que se atendería a partir de los tres años de terminados los estudios). Pero al estudiante que se haya radicado en su región de origen, una vez graduado, se le condonará la obligación. Además, podrá contar con recursos del Estado para desarrollar proyectos de investigación. Estimulando, así, la universidad que investigue y responda a las realidades y necesidades regionales: dándole valor agregado significativo a la riqueza y vocación natural local.
Esta idea tiene más ventajas: se especializarían las universidades regionales y se acabaría con la improvisación de contenidos, docentes y la duplicación de universidades locales. Los contenidos de las carreras serían pertinentes y relevantes, centrados en la investigación: razón de ser de una universidad -volvería a haber universidades autónomas en Colombia- y se podría crear Consejos Académicos regionales que estimulen la investigación: y de paso, se enriquecería el patrimonio cultural de las regiones, y el presupuesto de la educación y la calidad de vida en los municipios sería otra cosa.