La revocatoria de Petro
Revocar el mandato al Alcalde de Bogotá es oportuno y necesario: esta iniciativa ciudadana devuelve a los electores la capacidad de ejercer un control directo sobre sus gobernantes, expresión fundamental de la democracia. Según la Ley 134 se puede convocar la revocatoria por incumplimiento del programa de gobierno o insatisfacción generalizada de la población y, con Petro, nos sobran los motivos.
Bogotá habría ahorrado más de un billón de pesos de haberlo hecho con Samuel Moreno, no esperemos a que suceda lo mismo. La capital viene en franca decadencia, lo cree el 61% de los bogotanos, basados en hechos que demuestran que Petro no sabe gobernar.
Su actual historial político, sin incluir su prontuario, incluye una larga serie de chambonadas. Con su estilo populista, anunció fusionar las empresas públicas del Distrito para socializar pérdidas con los inversionistas y contribuyentes y dijo que recogerá las 7.700 toneladas diarias de basura en volquetas a partir del 18 de diciembre.
Como si fuera poco, no ha hecho nada con respecto al metro; los subsidios de Transmilenio generan pérdidas mensuales de 9.000 millones de pesos; ya no hay cupos en los colegios del Distrito e insiste en acabar las concesiones y convenios con los privados. Los jardines infantiles, que anunció en campaña, se quedaron en intenciones porque tenía que haber construido uno diario; decidió no hacer la Avenida Longitudinal de Occidente, proyecto que venía siendo pensado desde hace 40 años y que evitaría el tráfico pesado en la ciudad.
Los obstáculos que ha puesto a la construcción de vivienda, han generado una reducción del 40% en la dinámica del sector; aumentó el desempleo en Bogotá mientras en el resto del país disminuyó; anunció subir el valor del impuesto predial, aunque Bogotá sea una de las ciudades más caras del continente. La lista es larga y lo peor, si no lo revocamos, está por venir.
Es la oportunidad para que los ciudadanos decidan si están de acuerdo o no con el modelo de ciudad que impone Petro. Muchos han dicho que es prematuro juzgar al alcalde tras un año de gestión, lo mismo dijeron con Samuel, hoy preso; otros, que revocar al mandatario sería un mal mensaje para las Farc, como si para evitar que los terroristas nos maten, tenemos que darles el poder y dejarlos en él aunque no sepan gobernar.
Esto no es una guerra entre ricos y pobres, son los pobres quienes sufren sin cupos escolares o cuando tardan dos horas de su casa al trabajo; cuando no son atendidos en los hospitales o cuando aumenta el desempleo.
No podemos esperar a que la ciudad sea más caótica; a que sea más rápido andar a pie que en bus; a que, para poder tener una casa, nos la regale Vargas Lleras; o a que, para tener empleo haya que ser del Polo Democrático o de cualquiera de sus vertientes progresistas y así conseguir puesto en el Distrito. Por eso, lo debemos revocar.
*Profesor Universidad Sergio Arboleda y U.D.C.A.