RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Julio de 2014

La tercera vía no existe

 

Científicamente hablando, la tercera vía no existe. Y no es de extrañarnos pues como lo advertía Norberto Bobbio en su obra Derecha e Izquierda, esas concepciones tampoco existen.

Para empezar, para que haya una “tercera vía” se requiere de la previa existencia de otras dos y, como bien se sabe, en el espectro de las ideologías políticas no hay dos vías anteriores sino varias. Los conocedores advierten que las únicas existentes son: Conservatismo, Liberalismo, Socialismo, Comunismo y rondando entre ellas encontramos la socialdemocracia (una especie de socialismo actualizado del siglo XX), el anarquismo de Bakunin (liberalismo extremo) y la democracia cristiana (una rama del Conservatismo caracterizada por su amplia influencia de las doctrinas y encíclicas papales).

Todas ellas cuentan con algo en común, a saber: (i) Tienen una fecha de nacimiento clara o por lo menos una época histórica diáfanamente identificable que las vio nacer y las explica en gran medida; (ii) cuentan con una catálogo de postulados filosóficos, políticos, económicos y culturales identificables en sí mismos y cotejables con las demás doctrinas. (iii) Todos parten de una concepción de la persona o del individuo. De ahí se sigue la concepción de la comunidad o de la sociedad para terminar en una concepción propia de lo que el Estado es y cómo se relaciona con sus administrados. (Concepción de poder y autoridad).

Nada de eso tenemos o conocemos en la denominada “Tercera Vía”. Hacía el año 1999 tuvimos la oportunidad de conversar con el Dr. Juan Manuel Santos sobre la tercera vía en casa de Santiago Pinzón Galán. Grata velada que terminó con una irrebatible sentencia: La Tercera vía, científicamente hablando, no existe. Se trata de una serie de postulados recogidos de una y otra doctrina política, más o menos organizados pero nunca sistematizados y mucho menos explicados de manera sindérica.

En aquella ocasión, el columnista y exministro Santos nos la explicó más como una especie de ubicación en el espectro de la “centro derecha”, como un eslogan político, como una forma de tomar pública distancia de lo que se tenía por aquel entonces antes que como una verdadera y seria doctrina ideológica.

La cosa no sería grave ni ameritaría estas letras de no ser porque la Democracia demanda ideologías claras y suficientemente identificables en sus mandatarios, máxime cuando hablamos de democracia participativa, con voto programático y con revocatoria de mandato (excepto para el Presidente).

Urge claridad ideológica en la política, más aún cuando se adopta un sistema democrático de gobierno y más cuando estamos en medio de un proceso de paz con los terroristas del comunismo que aún reclaman claridad ideológica en el establecimiento.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI