M. L. Ramírez: la salvadora
Corrían tiempos difíciles cuando Margaret Thatcher se ganó la primera magistratura de una de las principales potencias. Las políticas de izquierda, siempre populistas, siempre devastadoras, habían dejado tras de sí pobreza, basuras en las calles, un sistema de servicios públicos arruinado, sindicatos incontrolables y la moral de la gente por el suelo.
Lo único bueno era que, como en todo país serio, sus gobernantes se hundían tanto como sus estatizadas y equivocadas políticas públicas. El conservatismo tenía el turno de gobierno: siempre lo tiene cuando de salvar las economías y las instituciones se trata. Sin embargo, el partido no contaba con liderazgos que dieran la talla.
Era hora de mostrar caras nuevas, con propuestas nuevas para defender con altura los principios de toda la vida. Así fue como con una salto audaz y decidido, la entonces exministra de Educación desafió, en principio a las autoridades de su partido y, después, al régimen laborista en desgobierno.
Once años más tarde el Reino Unido recuperaba el rumbo y navegaba por el sendero del liderazgo mundial, como correspondía a las grandes potencias de Occidente.
Lo de las pasadas elecciones es copia calcada y a la criolla de lo que está sucediendo. La “L” del Partido Liberal desaparecida del mapa y la “C” conservadora ondulaba radiante en un meritorio tercer puesto con dos millones de votos de respaldo.
Todo ello sucedió de espaldas a los congresistas del partido pero de cara a una comunidad conservadora de espíritu aun cuando huérfana de líderes.
El grito de victoria resonó en todo el territorio: por fin alguien con altura moral e intelectual que pudiera recoger las banderas de un partido histórico que sin saberse se colocó por debajo, muy por debajo de sus circunstancias.
La causante de tanto revuelo es una cundinamarquesa, de clase media, de talla grande y de metas ambiciosas. Su gesta personal la llevó a ensalzar el mérito y a poder hablar con propiedad de lo conveniente, de lo que se debe hacer y de un futuro mejor.
Así es Marta Lucía Ramírez, la líder del momento y la jefa natural del conservatismo contemporáneo. Para ella mis más sinceros agradecimientos por haber salvado las toldas azules de la ignominia histórica.
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI