LAN
Por fortuna nuestro ordenamiento jurídico permite que las investigaciones de los entes gubernamentales se inicien de oficio, por solicitud de parte o por conocida noticia.
Pero por desgracia en nuestro país no tenemos aún la cultura de la queja. Los colombianos no nos quejamos, no manifestamos nuestro inconformismo ni exteriorizamos nuestro desacuerdo cuando los prestadores de los servicios públicos incumplen su contrato y se cargan con los sagrados derechos de los usuarios. Nos pueden pisotear nuestros derechos y poco hacemos al respecto.
Las razones de esta incivilizada actitud, se me ocurre, son varias y de variada naturaleza: por una parte, porque desde niños nos enseñan a que quien acusa es un “sapo” que merece el desprestigio social; por la otra, porque estamos aún influidos por la cultura mafiosa donde quien “sapea” es un desleal y el delator es más fuertemente castigado que el victimario. También porque quejarse quita tiempo y nunca llega a ningún lado en tanto que las autoridades nada hacen en contra de los pulpos que detentan el poder económico.
No nos quejamos por perezosos, porque no nos gusta perder tiempo, porque nadie conoce siquiera de un caso que haya fructificado, porque desde la niñez nos inculcan contravalores comunitarios y porque en el pasado quejarse implicaba, en no pocos casos, firmar la pena de muerte.
Pero tenemos que cambiar esa cultura prontamente. Es menester, urgente y necesario quejarse vehementemente cuando los servicios se prestan mal y afectan nuestros derechos.
Pues bien, todo el mundo habla en pasillos de la precaria prestación de los servicios de la aerolínea LAN. Desastrosa empresa que provoca calamidades en nuestras tierras sin que nadie se queje y, lo peor, sin que ninguna autoridad haga algo al respecto.
A cada rato sobrevenden los vuelos y se tranquilizan con llevar a su cliente a un hotel de medio pelo y montarlo “en cualquier otro próximo vuelo”. Los usuarios gritan, se desgarran las vestiduras, incluso insultan pero ninguno pone la queja ante la Aeronáutica Civil y de demandar ni hablar.
Pues bien, por medio de la presente notifico a LAN de mis demandas para que se pongan las pilas, para ser consecuente con mis denuncias públicas y para dar ejemplo de que a las personas que incumplen su palabra hay que demandarlas para que corrijan el rumbo de sus actuaciones.
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI