RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Agosto de 2013

Los paros armados

 

El discurso reivindicante ha dejado muerte y destrucción. Creer que a través de las vías de hecho se legitima y fortalece el Estado de Derecho es una contradicciónin termine.

Pero a nuestros políticos les falta casta, tesón, liderazgo y fortaleza. Creen que defender la protesta popular por la “ausencia del Estado” es lo correcto a pesar de que saben que ellas vienen acompañadas de muertes trágicas y dolorosas, de robos y saqueos y de parálisis de producción y progreso. Los violentos lo son por intereses y cosmovisiones que superan el estado de hambre y de pobreza. Dicho de otra manera, por el solo hecho de ser pobre ni se es violento ni mucho menos asesino, delincuente y perpetrador de indeseables actos. La historia ha demostrado que esos supuestos factores objetivos de violencia han sido un mito, un pavoroso y temerario mito que llama a la inacción del Estado y a desactivar el legítimo uso de la fuerza pública.

Todo el territorio nacional cuenta infortunadamente con gente pobre y miserable y no por eso debemos aceptar la tesis de que todo el territorio se convierta en un polvorín de protestas, revueltas, asonadas, rebeliones, masacres, disturbios y paros armados.

Debe existir un compromiso de todos por acabar con la corrupción para que los dineros públicos rindan más. Pero mientras que eso se da es necesario que comprendamos que nuestras arcas públicas no son ilimitadas, que a pesar de los evidentes avances alcanzados por los gobiernos de Pastrana y Uribe, seguimos siendo una nación pobre y que la única manera de sacar adelante esas regiones olvidadas y apartadas es con inversión social. Sin embargo, para ello se necesita plata; dinero que no tenemos a manos llenas y, a pesar de que hemos mejorado, lo cierto es que no contamos con tantos recursos para subsidiar a tanta gente, para remediar la desinstitucionalidad ancestral en unos cuantos meses y para ponernos a punto y a tono con las justicia comunitaria.

Calma, prudencia y ecuanimidad es lo que debemos demandar de la gente; liderazgo, acción preventiva y reactiva, seria, democrática y decidida es lo que debemos exigirle al Gobierno y, en el entretanto, no impedir que multinacionales inviertan ingentes e indispensables recursos para poder realizar las obras sociales que el país tanto necesita.

*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI