El verano de Verano
Con una espartana disciplina, todos los domingos a las 10 a.m. se reúne en Cartagena un grupo de intelectuales costeños para tertuliar sobre el futuro de su región. Dentro de la notable organización que le imprime don Alberto Araújo se desarrollan significativos temas bajo la batuta de algún experto invitado.
El domingo pasado el turno fue para el exgobernador del Atlántico, el Dr. Eduardo Verano de la Rosa, quien a pesar de ser socialdemócrata, samperista y militar en las filas del liberalismo, ha puesto de presente en la arena política, ya no digo local sino nacional y como ninguno otro, el asunto del ordenamiento territorial.
Con un calor humano sobrecogedor y con un espíritu autonomista que lo reviste cual aureola santificada, el exgobernador difunde sus tesis con especial ahínco. Su vasta experiencia y su estudio lo han llevado a convencerse de las perversidades de un centralismo de hecho, a pesar de que, constitucionalmente, la descentralización es una realidad.
Sin embargo, su propuesta no se queda allí, allende a ella se sumergen las raíces de la autonomía, según él, como fin del proceso descentralizador. Razones económicas y políticas no le faltan. La histórica centralización que heredamos de España ha sido tan arrolladora como nefasta cuyas nocivas consecuencias solamente han sido superadas por la época de la federalización del olimpo radical del siglo XIX.
No obstante sus buenas intenciones y la razón política que lo acompaña, su propuesta se queda corta y, tal cual como se exhibe, podría ser más perjudicial que otro gobierno de la izquierda recalcitrante en Bogotá.
¿Querremos los colombianos que las regiones tengan su propia legislación? ¿Existen en verdad regiones en nuestro país claramente diferenciadas? ¿Cuáles son técnicamente hablando esos criterios de homogenización que diferencian a cada una de las regiones? ¿Será cierto que la autonomía se limita a la construcción de una institucionalidad regional y a la transferencia de más presupuesto, o tocará también asuntos políticos, electorales, judiciales, incluso, sociales y culturales?
Las ideas autonómicas pueden asumirse por los radicales como enjambres propicios para la federalización y el separatismo (pensamiento, por demás, que no alberga Verano) pero, lo más grave de todo es que resulta evidentemente anacrónico con nuestro tiempo y nuestra historia.
Qué ironía; mientras que el mundo posguerra habla de grandes regiones globales, como el África mediterránea, el Asia occidentalizada y la Europa continental, nosotros hablamos de regiones, de separación, de disgregación, de subdivisiones, de innecesarias barreras diferenciadoras entre los colombianos.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI