ESQUINA AZUL
Me sumo a la resistencia civil
HE firmado con alegría y algo de esperanza la planilla famosamente conocida como la “Desobediencia Civil”. La firmo con la frente en alto porque creo que el rumbo que ha tomado la nación es el equivocado, porque considero que hemos retrocedido en institucionalidad y civilidad y porque a pesar del susto que me produce firmar este tipo de proclamas (por aquello de las retaliaciones), sueño con una Nación que se niega a doblegarse ante el terrorismo o, por lo menos, que reconociendo la cultura del diálogo con la criminalidad y con ello su confesión de no poder vencerlos, asume que en nombre de la paz no se puede burlar el Estado de Derecho.
Es que para que la paz sea legítima, estable y duradera debe darse dentro de la civilidad que ofrece el ordenamiento jurídico no las vías de hecho de un poder usurpado.
El costo que debe pagar una sociedad pusilánime y cobarde es y debe ser alto, como por ejemplo el de ver a los terroristas del ayer atornillados al poder político caducando contratos estatales sin motivación, expropiando la propiedad privada sin razón y método, generando pobreza y odio entre los habitantes so pretexto de aplicar un ideario político, incluso, convirtiéndose en faros morales publicitados a través de columnas de opinión o convirtiéndose en los grandes contratistas del gobierno.
Pero de ahí a que se pretenda sustituir el poder constituyente primario y desconocer al pueblo en sus tareas soberanas me parece demasiado.
Como demasiado es creer que un maniqueo plebiscito, cuya única e inducida pregunta es “quiere usted la paz, ¿Si o NO?”, revestirá de legitimidad una negociación que le rompe la espina dorsal a una Constitución Política.
A los ya de por sí numerosos 380 artículos se le quiere sumar por la vía de un “acuerdo especial” más de 150 folios de literatura barata y mal lograda que, para alcanzar una jerarquía normativa superior y evitar su modificación, ostentará la calidad de “bloque de constitucionalidad” haciendo de ella una verdadera cláusula pétrea, ergo, inmodificable.
Todo lo cual dizque porque a los terroristas de las Farc no les basta la palabra del Estado, ni mucho menos que se diga que los acuerdos se van a cumplir. Ellos no dan su brazo a torcer cuando de refundar la patria se trata y recordemos que para eso están las constituciones políticas, para constituir Estados a imagen y semejanza de sus creadores.
Porque creo que eso es un verdadero conejo a la democracia y a nuestra institucionalidad y porque estoy convencido que los plenipotenciarios en Cuba no cuentan con la competencia para hacerlo, me declaro en desobediencia civil.
Twitter: @rpombocajiao
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.