Rodrigo Pombo Cajiao* | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Febrero de 2015

Derecho a la oposición

 

Con menos del 30% de legitimidad popular el señor Presidente cuenta con un paradójico poder. La gente no lo quiere pero domina los sectores sociales.

Según lo testimonian varios periodistas como Hernán Peláez, se sabe de él llamando a periodistas para elevar reclamos, advertir regaños y “comentar” noticias. Los grandes medios masivos de comunicación están incondicionalmente a su favor, el dominio de los gremios es total a través de exfuncionarios suyos y muy cercanos amigos tales como la ANDI, Asobancaria, entre otros muchísimos.

Los sindicatos no se movilizan, no hablan, no se hacen valer pues el discurso de la paz los tiene embelesados y no se tramitan los grandes proyectos de ley como el de la salud, la educación o la justicia como para marchar abierta y limpiamente contra el Gobierno nacional. No cuenta con partido político propio; en Colombia no hay Santismo, (nadie se define como santista); sus seguidores obran en cuerpo ajeno y su mandato corresponde a una hechiza alianza inversamente frágil al poder del Uribismo, los únicos y verdaderos opositores del Dr. Santos.

Todo eso es tan cierto como meritorio. En el mundo de las ciencias políticas pocas personas pueden explicar con solvencia cómo una persona sin liderazgo, legitimidad y carisma pudo acumular tan vasto poder social.

A pesar de la paradoja y del enigma político, el dominio del Dr. Santos parece cubrir también la esfera judicial y en tanto que ella se politizó es válido predicar que en contra del Uribismo, vale decir, de la verdadera oposición, se vierte un manto de persecución nunca antes visto.

Bien se ha señalado que por estos días las mayorías parlamentarias no cuentan a la hora de enfrentar a la oposición pues lo que realmente vale es su exterminio y para ello la justicia presta un importante favor. En la arena política la batalla está perdida de antemano para el Gobierno nacional; en la esfera administrativa la cuestión se complica cada día más pues sus únicos logros dependen exclusivamente de las negociaciones de paz; la alianza política tiene fecha de vencimiento y sin reelección posible no hay unidad de mando.

Total, urge exterminar a la oposición no sea que ella se alce intempestivamente con el poder en el marco de una ya cantada pelea dentro del establecimiento.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI