RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Diciembre de 2015

“Sacrificio de valores democráticos en aras de la paz”

 

A propósito de la implementación de los acuerdos me he topado con infinidad de opiniones. Todos válidos, todos respetables, ninguno objeto de censura. No obstante tengo que reconocer mi perplejidad y, si cabe, asomo de tristeza por la falta de apego de las gentes a los valores democráticos de equilibrio de poderes, odio a la tiranía y amor a las libertades ciudadanas.

Para quienes creen que la paz lo puede todo (posición respetable pero francamente desconcertante); que se trata de un derecho fundamental y absoluto y un valor constitucional superior, admiten que cualquier mecanismo o instrumento es válido para alcanzar la paz. Para ellos la dictadura castrense, por ejemplo, se justifica en aras de la paz.

Más allá de la ya célebre discusión sobre de qué paz estamos hablando, lo que se deprecia ahora es el hecho de sacrificar, así sea temporalmente, así sea por un instante, los mínimos valores democráticos.

So pretexto de la implementación entregaremos hasta por un año poderes absolutos al Presidente, quien tendrá iniciativa exclusiva para reformar la Constitución y las leyes; podrá vetar propuestas del Congresito convirtiéndolos en una unidad de registro y contará con leyes habilitantes para derogar leyes ordinarias y para expedir a su antojo decretos con fuerza de ley. Como parte en la negociación podrá convenir quienes hacen parte del Tribunal de Justicia Especial que es, a no dudarlo, una justicia paralela y omnímoda, y podrá señalar quienes y qué puede ser objeto de susodicha justicia de parte.

En suma, durante por lo menos un año y sin la legitimación política necesaria, en el Presidente se confundirán poder ejecutivo, legislativo y judicial, lo cual, así sea transitoriamente, así sea por un solo segundo de vida, debería aterrorizar a cualquier amante de las libertades públicas.

Pero no son pocas las versadas voces de claudicación sobre los más caros valores democráticos: todas ellas hablan en favor de la Paz, como bien absoluto.

A mí, francamente, me parece un adefesio que me recuerda está célebre sentencia del profesor Benjamín Constant en su Curso de Política Constitucional hace ya dos siglos: “lo que debe alarmar es el grado de fuerza que se confía, y no los depositarios que la tienen; el arma que entregamos y no el brazo que la maneja

 Twitter: @rpombocajiao

* Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.