Rodrigo Pombo Cajiao* | El Nuevo Siglo
Jueves, 18 de Junio de 2015

ESQUINA AZUL

¿Dónde está unidad nacional?

Que la dinámica política implica cambios, no hay la mínima duda, pero que ellos obedezcan exclusivamente a pueriles intereses electorales, tan fríos como calculadores, sólo pueden producir náuseas en el electorado.

En países serios y civilizados eso se llama coherencia, doctrina y voto de opinión. Se castiga a quien de manera irracional e infundada se coloca en el bando que más alumbra sin importar la mínima sindéresis ideológica. Acá, entre nosotros, las cosas no son así y de ahí la decadencia democrática.

Ahora que las negociaciones en La Habana atraviesan por su peor momento, que la plata de la mermelada se acabó, que los atentados terroristas nos volvieron a recordar la clase de malandros que nos azotan hace más de 50 años y que por virtud de las mismas ahora detentan un estatus político de beligerancia y de contraparte y, por supuesto, que la legitimidad del Gobierno nacional se arrastra por los suelos, no son pocas las voces de nuestros dirigentes políticos que con miras a obtener buenos resultados en las elecciones de octubre se apartan del discurso oficialista.

¿Y dónde está la unidad nacional? Que las críticas provengan del Centro Democrática, única y verdadera fuerza de oposición de la nación, es comprensible, consecuente y serio, pero que ellas provengan de las otroras voces oficialistas o que con su sepulcral silencio le den la espalda al gobierno y a su proceso de “paz” me parece francamente inadmisible.

Al proceso hay que respaldarlo, desde la oposición con sus fundadas críticas para que no se negocie sin límites y por intereses personales del Presidente y, obviamente, desde la denominada unidad nacional, fuerza oficialista que tiene el deber ético de mostrar su casta de lealtad y apoyo en los momentos más difíciles.

¡Como ciudadano demando eso! Exijo una mínima coherencia en nuestra dirigencia política y si ello implica perder votos en las próximas elecciones regionales, pues que así sea. Que los votos se dirigirán al uribismo, en buena hora y merecido lo tienen, pero no admito que por el afán de conectarse con la gente, con sus intereses y sus preocupaciones, los políticos de turno cambien su discurso y abandonen las banderas de lo que ellos creían que era la paz. Esa dejadez me parece francamente deleznable.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI