No quiero que me amen así
El título de esta columna parece más bien el nombre de una ranchera mexicana o de una balada venezolana, sin embargo, obedece a un clamor sentido de la comunidad capitalina.
Gustavo Petro, -que así se llama el ex terrorista del pasado que ocupa el palacio Liévano-, bautizó con extrema ironía su lema de campaña como “la política del amor”. Para explicarla se basó en los más contemporáneos conceptos de la igualdad progresiva, el respeto por la divergencia, el pluralismo político y la inclusión social.
Sin importar quien la dijese ni el profundo calado de sus expresiones, la democracia lo dio por vencedor. Lo curioso es que sus ejecutorias de amor tienen poco de ello.
Que sobreponga la minoritaria tesis que propende por los derechos de los animales sobre la cultura y la tradición de toda una nación, es cosa reprochable pero válida. ¡Para eso es el poder, manifestó el burgomaestre! Pero que deliberadamente deje sin agua a miles de habitantes de los municipios vecinos parece una política de venganza y amedrentamiento que no tiene válida explicación.
No obstante, si a ello se le suma que durante su mandato no se han construido más de 200 viviendas de interés social y que la desaceleración económica y por ende social ha sido pasmosa y en contra punto de la tendencia nacional, la política del amor parece más bien una tragedia de odio y opresión que cualquier otra cosa.
Ahora decidió emprender el debate del ordenamiento territorial con una propuesta de POT que no escuchó al pueblo, es más, que conscientemente le dio la espalda. Así lo atestigua de magnífica manera el desfavorable concepto del Consejo Territorial de Planeación Distrital.
Este es el cuerpo consultivo por excelencia creado por la ley para que los alcaldes y concejales tengan la opinión técnica y política de todos los sectores sociales de la ciudad. Allí se ven representados los académicos, los científicos, los ediles, las juntas de acción comunal, las veredas del sur, los barrios empresariales, los comerciantes, los gremios, los sindicatos etc.
Pues bien, porque el alcalde acudió a las vías de la tiranía, este consejo rindió concepto negativo a la iniciativa, entre otras cosas, porque nunca los oyó y siempre limitó el debate a manifestar que en la ciudad quien manda es él.
Si esa es su política del amor, quisiera que me odiara visceralmente.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI