Nueva evangelización
Para evitar el riesgo de que la nueva evangelización se quede sólo en una fórmula afortunada, adecuada para cualquier época, es importante que se la llene de contenidos capaces de cualificar la acción pastoral de las diferentes comunidades cristianas. En este sentido, la pastoral de cada día, que anima desde siempre la vida de la Iglesia, deberá tomar mayor conciencia de que debe ser nueva en su propuesta y en sus modalidades de actuación.
Benedicto XVI, hablando a la primera plenaria del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, dijo que era decisivo ir más allá de lo fragmentario y presentar signos concretos capaces de dar respuesta a los grandes desafíos presentes en la sociedad. Para corresponder a esta exigencia, se ha pensado llevar a cabo una «misión metrópolis». La finalidad es sencilla: dar una señal de unidad entre diversas diócesis presentes en grandes ciudades europeas particularmente marcadas por el laicismo.
La iniciativa, por el momento, se limita a algunas grandes diócesis europeas para comprobar más concretamente su eficacia. El proyecto, por lo demás, debería extenderse más allá de los confines del viejo continente, aunque con modalidades que respeten las diversas tradiciones culturales y eclesiales.
La elección de Europa se debe al hecho de que ya dos sínodos reflexionaron sobre la situación actual. En 1991 y en 1999 los obispos analizaron con franqueza no sólo las condiciones sociales y culturales de estos países, sino sobre todo de qué modo las Iglesias podrían dar una respuesta adecuada. Con Ecclesia in Europa Juan Pablo II indicó un itinerario para recuperar un compromiso unitario de las Iglesias.
En este sentido, la «misión metrópolis» quiere ser un primer paso. Se distingue por la realización de iniciativas comunes y simultáneas, que encontrarán espacio en la pastoral ordinaria con un compromiso específico en la formación, y en la Cuaresma de 2012 con signos públicos ofrecidos a la ciudad. Precisamente esta idea de iniciativas comunes realizadas al mismo tiempo proporciona una nota de originalidad. Es una experiencia pastoral que quiere situar a toda la comunidad cristiana en estado de evangelización.
La catedral será el lugar central para estos signos. Ante todo, lectura continuada de los Evangelios para poner en el centro la Palabra de Dios; luego, tres catequesis del obispo dedicadas a los jóvenes, a las familias y a los catecúmenos sobre las temáticas de la fe; después, una celebración del sacramento de la reconciliación para atraer la atención hacia la confesión, también por su alto valor antropológico. Un gesto de caridad completará la experiencia para poner de relieve que la fe que se profesa y se ora también se debe testimoniar. Por último, un signo de espiritualidad y de índole cultural será la lectura de algunos textos significativos, tomados por ejemplo de las Confesiones de san Agustín.
Estas iniciativas partirán de la catedral por su alto valor simbólico, pero con la finalidad de extenderse a las parroquias de la diócesis para una acción más directa en el territorio. En suma, la «misión metrópolis» desea llegar a quienes viven la fe, pero a menudo sin la conciencia de la peculiaridad que infunde en el estilo de vida, y a quienes, aun alejados de la fe, se sienten atraídos por la persona de Jesucristo, para que con él encuentren también a su Iglesia.
Fuente: www.osservatoreromano.va