Cantinflas: una moral perdurable
“La gracia del asunto estriba en la vigencia de su contenido”
Circula por Internet el discurso que Mario Moreno dijo ante las ONU en su recordada película Su Excelencia, filmada hace 40 años. La gracia del asunto estriba en la vigencia de su contenido, en las verdades que todavía no se resolvieron y en la justicia que aún se reclama.
Que más que su famosa frase, actual como la que más por la acción de los corruptos, “vamos a jugar como caballeros o como lo que somos”. Es ejemplo de lo que sucede en Bogotá, donde los mal beneficiados no son caballeros ni siquiera para guardarse la espalda. Actores, bendita gracia, de una versión vergonzosa de los reyes de la delación.
O la referente al avance de la ciencia sobre las creencias: “vivimos un momento histórico donde el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”. Hoy testificamos la disputa real entre la ciencia que aspira a encontrar la creación sin la mano de Dios y los creyentes a rajatabla que no aceptan nada diferente a la obra del Creador.
En ese entonces la supremacía la disputaban los colorados -una mención de los rojos comunistas- y los verdes -para Cantinflas representados por Occidente-. Y nuestro personaje representaba a un embajador mexicano de cuyo voto dependía el triunfo de unos u otros, entre enemigos irreconciliables.
Su cuestión sobre la democracia es sobresaliente: ¿no parece demasiado que un simple embajador de un país pobre, sin poder global, decida con su voto la suerte de toda la humanidad, y tengamos así que vivir con los procedimientos del mundo del consumo o con los de la falsa igualdad?
Cantinflas hablaba del proceder, no de las ideas o las doctrinas, porque ambas tienen ventajas y defectos. Volvemos con él al tema de la tolerancia, donde lo equivocado está en considerar cierta una manera de vivir o de pensar. Cuando aceptemos opiniones ajenas, no es necesario adoptarlas, estaremos a las puertas de un mundo mejor. “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Hay que demoler las murallas de la incomprensión, la desconfianza y el rencor. Pero nunca la barda de las ideas.
La libertad tampoco es bien único, así todos quieran apropiársela. No existe en Guantánamo, no existió en el Gulag soviético, ni distingue a la sorprendente China. Las grandes potencias tratan de imponer sus sistemas de gobierno y pensamiento, sea por las armas, sea por la fuerza del comercio y el dinero, o eliminando a Dios por decreto.
Unos y otros sucumbieron ante el materialismo, decía Cantinflas. Y olvidaron su obligación de ayudar a los pobres a tener algo para meter al refrigerador y a comprar zapatos antes que vehículos. A hacer del planeta un lugar de paz, abundancia, felicidad colectiva y justicia social. No me digan que no es todo un programa de gobierno para el momento.