El país debe aplaudir el destape del alcantarillado judicial contaminado por corrupción y crimen en estructuras de los organismos del Estado y sector privado, pero a la vez, urge encontrar caminos para despejar el caos, calificado ahora, como el reinado de la injusticia.
Las alarmas encendidas por la Fiscalía General de la Nación, deben seguir a todo volumen, si se tiene en cuenta el crecimiento del número de procesados, sin que se les resuelva su destino jurídico. Es una alarma prendida.
Obliga a avanzar ya, sin tregua, en la construcción de un plan de urgencia para atender más de 25 mil procesos represados en el país, según las mismas fuentes internas del trajín judicial a esta columna, que no dan validez, a los 15 mil mencionados, por organismos oficiales.
Los expertos consideran que se requerirá conformar equipos de emergencia, reintegrando juristas con experiencia profesional, actualmente retirados, para así descongestionar el rezago en la plataforma judicial.
El país no puede seguir envuelto en la historia del festín en la Unidad Anticorrupción, del exfuncionario Moreno, con sus maniobras y apetitos por dinero; en lugar de insistir sobre el fondo, para despejar la malversación novelesca destapada.
La vergüenza nacional activó alarmas, con los más recientes casos que alcanzan a 528 funcionarios públicos, contratistas y empleados particulares, operadores del desfalco que puede superar el billón y medio de pesos.
Tiene trasfondo oscuro y más implicaciones, el caso del exsecretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, por sus nexos con autodefensas, Bacrim y narcotráfico. No sólo se requiere acelerar la descongestión de procesos sino también el destape siniestro de más nudos que aparecen casi a diario.
El tejido contaminado amerita darle la razón a quienes aseguran que - la injusticia está en las cárceles y la justicia turbia, afuera con los corruptos-.
Desde los años 70, dicen medios jurídicos particulares, que, desde la tribuna de su actividad, han visto el país envuelto en contrabando de toda clase; comercio de marihuana y, aparición de carteles de droga. “Ahí hubo jueces, que pasaron de agache, con flujo de dinero, porque el soborno es viejo,” agregan.
Juristas probos, sugieren desatar la maraña de procesos represados, integrando una -comisión de quilates- con expertos calificados de verdad, para dar el vuelco limpio y eficiente.
El rescate del sistema no aguanta esperas para sacarlo de las aguas de la corrupción. El modelo tendrá que crearse al margen de construcción de paz y posconflicto. Hay lentitud del Estado frente al oscuro panorama judicial