A pesar de las optimistas declaraciones del Presidente y de algunos miembros de la oposición, no hay que ser confiados acerca de que se logre con las Farc un verdadero nuevo acuerdo y es posible que de las renegociaciones en La Habana entre la guerrilla y los enviados del Gobierno solo se obtenga un documento con modificaciones insustanciales al firmado en Cuba y Cartagena, con gran costo y mucho despliegue propagandístico.
La mayoría de los colombianos votó contra conceder impunidad a los culpables de crímenes contra la humanidad, a los terroristas, secuestradores, extorsionistas, narcotraficantes; votó también contra la creación de una justicia paralela a la institucional, sin normas claras, con tiempo indefinido, con jueces, incluyendo extranjeros, designados conjuntamente con las Farc y que juzgaría también a quienes ellos acusaran de colaborar con las autodefensas por el solo hecho de ser enemigos de la guerrilla; se rechazó el otorgamiento de 26 curules a criminales sin votos; contra la negativa a que las Farc reparara a sus víctimas con la excusa de que no tienen dinero y que solo basta la petición de perdón (sin ninguna convicción).
Pues bien, se ve muy difícil que, después de que el Gobierno aceptó lo anteriormente mencionado y aún más, los mismos que hicieron estas concesiones, logren una vuelta atrás de la guerrilla. Quienes negocian en Cuba los nuevos acuerdos son los mismos que acordaron los anteriores, a los que denominaban “los mejores posibles”, algo así como si los negociadores de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea fueran hoy los mismos que defendieron su permanencia. ¿Con que autoridad moral, con que convicción, puede un Gobierno negociar modificaciones a unos acuerdos cuando el presidente dice ante el Parlamento británico que el rechazo a los convenidos fue " producto de una estrategia de desinformación y mentiras"?
El senador oficialista Benedetti dijo en TV (13-10-2016) que las Farc no podían aceptar las propuestas de Uribe, dando de antemano la razón a la guerrilla. El Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, reiteró que el acuerdo del 26 de septiembre con las Farc “había sido el mejor acuerdo posible” y la canciller Holguín dijo que “La decisión de que se abran o no los acuerdos es una decisión de las Farc”. Olvidan que, como lo ha dicho Uribe, la contraparte de las Farc es el Gobierno, ese que se siente frustrado por la decisión del pueblo colombiano y que no tiene el menor deseo de renegociar en lo importante lo que ha dicho que son los mejores acuerdos posibles
Adenda. Nos esperan tiempos de incertidumbre con Donald Trump. Un populista de derecha, Hitler, Mussolini, puede ser tan peligroso como uno de izquierda, Mao, Chávez.