Hace ya un par de semanas comentamos en esta columna sobre la actividad de los recicladores callejeros en ésta época de pandemia; estos hombres que vemos trabajar a diario en nuestras calles y que forman parte de un paisaje ya conocido por todos; ellos no significan mayor cosa para la mayoría de los ciudadanos del común; de hecho, en la mayoría de los casos se procura evitar la interacción al tener la idea de que se corren riesgos al interactuar con ellos, cosa que hoy por hoy pudiera llegar a ser cierta.
Estos ciudadanos, con cierto desprecio y desentendimiento de parte del Estado y de la misma sociedad, rescatan a mano limpia una buena parte del material reutilizable que se deposita en las basuras y evita así que una gran cantidad de residuos llegue a ser depositado en los rellenos sanitarios. De esta manera no solo nos evita los daños ambientales que se derivan del uso de materia prima, sino que nos ahorra costos en el mantenimiento de unos servicios que finalmente quien paga es el ciudadano.
El problema de fondo radica en que estos ciudadanos no tienen ningún tipo de protección ni de condiciones dignas de trabajo, no resisten un análisis de trabajo seguro (ATS) ni disponen de ayudas especiales que garanticen el bienestar de sus familias, así como de ningún tipo de capacitación adecuada; así las cosas, se han convertido en una suerte de esclavos del nuevo milenio que sólo dependen de su capacidad de trabajo para poder sobrevivir y para los cuales no existe ningún tipo de auxilio en estos tiempos de crisis.
Un recolector de basuras reciclables suele vivir en cinturones de miseria de la gran ciudad y llega a tener jornadas de trabajo de 6 días sin retornar a su hogar, no tiene otro lugar para dormir que el interior de su carretilla con las condiciones higiénicas propias de elementos desechados, es muy difícil tener posibilidades de ducharse o asearse, nunca se ve a un “reciclador” usando guantes y mucho menos un tapabocas.
Va siendo hora de que los ministerios de Ambiente y de Protección se preocupen del asunto, para ello habrían de implementarse algunas medidas básicas pero urgentes; la separación en la fuente deberá ser obligatoria, incluyendo las bolsas rojas para los residuos patológicos o biológicos derivados del cuidado del Covd-19 en el hogar, y el incumplimiento de la norma deberá tener consecuencias serias, de lo contrario esas autoridades serán corresponsables de los enfermos que surjan de esa importante población.
@alvaro080255