La vida es inviolable
En Colombia el pueblo no tiene derecho a reformar la Constitución, pero sí el Congreso y la Corte Constitucional, que en sala de tres magistrados lo hace permanentemente. A la Corte se le confía “la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución”. Como las leyes se interpretan conforme al sentido corriente que haya de darse a sus términos, “guarda” en castellano significa “acción de guardar, conservar y defender”. No significa crear, modificar, agregar o suprimir.
La Constitución dice que “el derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.” “Inviolable” en castellano significa “que no se debe o no se puede violar o profanar”. Sin embargo, la Corte ha dicho que sí, que es inviolable, pero que se puede violar en contra de los fetos (sentencia sobre despenalización del aborto) y que sí, que es inviolable, pero que se puede violar en los casos de eutanasia (sentencia de Gaviria Díaz de 1997). Y con ponencia de Sierra Porto, contradiciendo la Constitución y lo dicho por la propia Corte, una sala de tutela decidió que el aborto de un feto de ocho meses no constituía homicidio.
Con estos antecedentes, el senador Benedetti, que quiere ganarse el título del Kevorkian criollo, ha presentado un proyecto de ley para reglamentar la eutanasia el cual, por cierto, pasó su primera votación con diez votos (de la “U”, liberales, del Polo, del Pin y Verdes) contra cuatro (tres conservadores y uno de la “U”). Este proyecto por supuesto va directamente contra la inviolabilidad de la vida, pero me temo que no contra las reglas constitucionales que creó Gaviria Díaz.
Recientemente siete parlamentarios del Polo, uno de la Circunscripción Especial Indígena, una mujer del Partido Verde y otra comunista, presentaron un proyecto de reforma constitucional que modifica el artículo sobre la inviolabilidad de la vida, agregando que “la interrupción voluntaria del embarazo podrá realizarse en los casos señalados por la ley”. Interrupción voluntaria del embarazo es un eufemismo por aborto porque les da miedo llamar las cosas por su nombre. Se pretende llanamente ampliar las causales que ya hoy existen por cuenta de la Corte Constitucional, con base en el sofisma de que la mujer embarazada tiene derecho absoluto a su propio cuerpo. Sofisma porque se trata de dos personas distintas, una de las cuales es condenada a muerte en el vientre de su propia madre, sin haber cometido delito alguno y sin que se pueda defender, pero… como no pone votos.
Se trata de una estrategia fascista e hitleriana para apropiarse del inicio y del final de la vida y, a partir de ahí, del resto de nuestras vidas.
Ojala que lo que subsiste del partido conservador se oponga férreamente a estos adefesios y los cristianos reaccionemos como corresponde.
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Coda uno. El aborto es el triunfo del egoísmo sobre la cordura.
Coda dos. Capriles resolvió ignorar el fraude en Venezuela. Ahora a los venezolanos no podrá defenderlos ni el Chapulín Colorado.