Los wayuu y la mermelada
ESTAS semanas hemos oído y leído sobre la situación de los wayuu en la Guajira: No tienen agua y lo que se les lleva en carrotanques es sólo un paliativo en algunas rancherías. No tienen comida y lo que les mandan algunas organizaciones caritativas no alcanza. Una sola comida al día de agua y maíz. Las escuelas, donde los niños solían comer una sola comida al día, ya no la tienen. Los niños y los ancianos mueren de desnutrición y no hay servicios de salud. No tienen ropa y los animales se mueren de sed.
Sabemos de sobra que ese departamento recibe miles de millones en regalías (401 mil millones para la vigencia 2015-2016, con una población de 850.000 habitantes, el 45% indígena, de los cuales solamente el 31% ha terminado la primaria). Todo se lo han robado pero nadie investiga. La propia Riohacha es un desastre. Es una situación inaudita de la cual nadie responde. Da vergüenza.
De otro lado, en solamente las últimas semanas nos hemos enterado de los gastos suntuarios de la Presidencia en almendras y cortinas y del viaje de 250 personas a Washington, gastos pagados, a acompañar al presidente a conmemorar los 15 años del Plan Colombia. Esto sin mencionar la mermelada de los últimos años. Miles de millones a fundaciones para labores pedagógicas sobre el proceso de La Habana. Más de 3.000 millones a los medios para promocionar el proceso de paz. Según el contrato con Ideas para la Paz esta entidad “prestará sus servicios para asesorar y apoyar las políticas de paz y reconciliación del Gobierno Colombiano, en forma particular las desarrolladas por el Alto Comisionado para la Paz a propósito del proceso de negociación y de cara a la implementación de eventuales acuerdos de paz con las Farc”. Como este hay cientos, con fundaciones como las de los Galán y la de León Valencia. Un editorial de El Colombiano de hace un año denunciaba esta mermelada: luego de citar un contrato de Mockus con el gobierno por más de 400 millones para promover una manifestación de apoyo a Santos -que fracasó- decía que “más que un problema ético -que puede haberlo- es estético. No es ilegal, pero sí despierta suspicacias. La duda que queda es justificable, y por eso (la oposición) tiene derecho a interrogar”
Si en la época de las vacas gordas no le caía a los wayuu de la mesa del dueño de la chequera ni una gota de mermelada, ahora que estamos en las vacas flacas –lo dice la calificadora S&P- ¿qué será de ese pueblo? Se equivocan quienes creen que el blablablá lo resuelve todo.
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Coda uno: Lo de las Farc en la Guajira es la muestra palpable del proselitismo armado que nos espera en el posconflicto.
Coda dos: La salida de Vicky Dávila de La FM es un pésimo síntoma sobre el futuro de la libertad de información.
Coda tres: Ni se les ocurra concederle asilo a Maduro después de la crisis humanitaria que creó en la frontera.