La Justicia
Por estas épocas los medios suelen escoger el personaje o el acontecimiento más relevantes del año y las carátulas de las revistas publican fotografías o dibujos alusivos a tal hecho.
Yo también tengo mi “personaje” del año 2011 en Colombia: la Justicia. No la Justicia cuya imagen se representa por una mujer con los ojos vendados, una balanza en una mano y una espada en la otra, para significar que solamente el derecho (jus decían los romanos, de donde viene justicia) inclina la balanza en uno u otro sentido y su violación luego se sanciona. La nuestra no es ciega sino más bien tuerta, ve lo que le da la gana y está vestida no con un traje típico colombiano, que ya no se usa ni en el ballet de Sonia Osorio, sino con los harapos de un menesteroso, no por pobre sino por descuidada.
Colombia aparece como uno de los países cuya Justicia es más lenta en el globo. Se dice que “la justicia cojea, pero llega”, pero aquí cojea y la mayoría de las veces no llega: la impunidad es la reina. O, lo que es igual, los justos a la cárcel y los hampones por fuera.
Se han hecho muchas reformas, redactadas por penalistas de quienes se ha dicho que han tratado de resolver casos personales pendientes, todas sin efecto positivo. La adopción del sistema acusatorio, del que se esperaban grandes cosas, no dio los resultados esperados. Si no hay aceptación de los cargos los procesos se acumulan y los delincuentes tienen que ser liberados por vencimiento de términos. Pero ¡ojo! eso depende del interés del juzgador, que es capaz de decir que “se trata de un crimen de lesa humanidad” para evitar prescripciones pero sin saber de qué está hablando y sólo para tapar su propia incapacidad.
La reforma que se adelanta ahora no es por supuesto la ideal. El Gobierno no pudo o no quiso, por ejemplo, quitarles a las Cortes sus facultades políticas de nominación de funcionarios públicos. Se podrían señalar muchas otras fallas pero, al menos, se va a resolver el problema del choque de trenes.
La mayoría, supongo yo, de los jueces y fiscales son honestos y tratan de cumplir sus funciones de la mejor manera. Pero ni su formación, ni los Códigos, ni la Policía investigativa –incompetente y sin dotación- ayudan. Hay también corruptos y, lo que es peor, politizados que es, en mi opinión, el gran cáncer de la Justicia porque viene desde las más altas Cortes.
Hay que señalar, como un asunto aparte, que la Corte Constitucional en su interpretación de la norma fundamental, ha adoptado un “nuevo derecho” y no solamente interpreta sino legisla, quebrándole la espalda al Estado de Derecho porque invade otras esferas del poder público cuando debería dar ejemplo de respeto a la Constitución.
Coda: La CELAC es solamente una tribuna para que Castro, con la ayuda de Chávez, Evo, Ortega y Correa, pueda darnos lecciones de democracia y libertad.