RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Mayo de 2014

Ciudad caótica

 

No,  apreciado lector, no hablamos de la ciudad gótica de Batman sino de la ciudad caótica de Petro. Entre la tutela de una Sala de Restitución de Tierras del Tribunal de Bogotá, un decreto precipitado del Presidente que restituyó a Petro, una decisión de medidas cautelares de un ponente del Consejo de Estado y la lenidad del santista Consejo Nacional Electoral para citar al referendo revocatorio, los bogotanos estamos abocados a que Petro se nos quede sempiternamente. Y eso es preocupante.

Como bogotano de pura cepa me duele mi ciudad. Aún recuerdo cuando tenía siete años y podía caminar tranquilamente las 10 o 12 cuadras que me separaban del colegio. Y, por supuesto, los juegos en la calle con mis amigos, sin riesgo distinto a rasparse una rodilla.

Todo empezó a cambiar con el bogotazo. Pero aún en los setentas mis hijos podían jugar en el parque vecino y caminar desde donde los dejaba el bus hasta su casa. No todos los alcaldes en esos períodos fueron tan malos, aunque la mayoría estaban en sus cargos por razones políticas y no por su competencia. Hay que reconocer que Peñalosa hizo un excelente trabajo. Yo vivía en el exterior en esa época y me sorprendió ver una ciudad limpia y ordenada, de la cual nos sentíamos orgullosos.

Después, todo cambió. Vino Mockus por segunda vez y, como es un diletante, se quedó viendo para San Felipe. Y luego, la debacle: los tres gobiernos de la izquierda, de mal en peor. No les interesó sino hacer política. O el “carrusel de la contratación”. Para ser justos, hay que reconocer que la mayoría de los alcaldes no han sido bogotanos y les interesa poco la ciudad, y llegan al cargo como un trampolín para ser presidentes.

Pero, concentrémonos en el actual. Jamás había estado la ciudad tan descuidada. Las calles rotas sin que nadie se apiade de ellas, excepto algunos ciudadanos que echan piedras o ladrillos en los cráteres. Pero, además, como la cultura que nos enseñó Mockus en su primer gobierno ya se olvidó, basta ver una señal de “prohibido parquear” para que todo el mundo lo haga. Y la policía solamente se dedica a poner multas por violación del pico y placa. En cuanto a limpieza es un desastre. No solamente porque el Acueducto es un fracaso como colector de basuras sino porque, como nos lo enseñó la candidata Clara López, las paredes ya no son el papel de la canalla sino que los mamarrachos son “arte callejero”. Los vendedores ambulantes invaden todo y solamente falta que se nos metan a la cama. Y ni hablar de la inseguridad.

Es la verdadera ciudad caótica. ¡Lástima! Y Petro quiere ser presidente. ¡Válgame Dios!

***

Coda. Varios meses ha estado el oleoducto Caño Limón-Coveñas sin operar porque la

guerrilla no ha dejado que lo reparen. No sé por qué no se usan aviones no tripulados (drones) para vigilar el oleoducto y evitar que sucedan estas cosas. Saldría más barato, pero no se les ha ocurrido.