RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Febrero de 2014

La Carta Democrática y Venezuela

 

En respuesta a las desobligantes afirmaciones de Maduro sobre la supuesta injerencia de Santos en asuntos internos de Venezuela, la canciller Holguín dijo que hay “sectores venezolanos que nos involucran como si la estabilidad de Venezuela pasara por Colombia”. Agregó que “Colombia cree profundamente en los valores democráticos. El Gobierno de Venezuela -agregó- tiene un gobierno (que) obtuvo la mayoría en las votaciones”. “Cualquier decisión para afrontar los problemas debe basarse en el respeto y en los principios democráticos”. Bien, señora Canciller.

Es verdad que Maduro fue elegido por mayoría de votos. Pero las elecciones no fueron libres sino manipuladas por el Gobierno interino que era él mismo. Y el suyo no es ni mucho menos un gobierno democrático porque los valores de la democracia no se basan solamente en unas elecciones sino en el respeto a la separación de poderes y los pesos y contrapesos y el estado de derecho y la libertad de expresión, entre otros.

La Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001 en una Asamblea de la OEA por todos los gobiernos, incluido Chávez, no fue diseñada para una situación como la que comentamos, sino para defender a los gobiernos de eventuales golpes de Estado. Pero contiene algunos principios que vale la pena citar, para que el lector evalúe si se dan en Venezuela: “La democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional… Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos... la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa… el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad... el fortalecimiento de los partidos y de otras organizaciones políticas… la participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo…”

 

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Coda uno. Una caída del chavismo afectaría a Cuba de tal manera que amenazaría la propia subsistencia del régimen de los Castro, que van a hacer lo indecible para defender el statu quo, sin que la OEA actúe porque les tiene miedo, como lo demostró la reciente reunión de la Celac en La Habana. No obstante, los Castro y Maduro -y por ende las Farc- saben que algo les sube pierna arriba.

Coda dos. El envío de tropas elite cubanas y la militarización de la frontera deben llamarnos la atención. El Gobierno venezolano ha venido creando la “situación propicia” para un incidente internacional que desvíe la atención del problema interno.