RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Febrero de 2014

La pederastia

 

Que quede claro: la pederastia -llamada también pedofilia- es un crimen abominable; para un católico es, además, un pecado gravísimo; y si es un cura es un sacrilegio contra la vida consagrada.

Un organismo afiliado a la ONU, el Comité de Derechos del Niño (CRC por sus siglas en inglés), ha publicado a comienzos de este mes un informe en el que acusa a la Santa Sede (no al Vaticano) de no haber sido suficientemente enérgica con la pederastia de sacerdotes en los últimos 40 años, desde que empezó a estudiarse el fenómeno.

El Informe del CRC reconoce los grandes avances que la Santa Sede (que no es un Estado) ha hecho para investigar los casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes contra niños, pero termina reclamando casos de hace 15 años, cuando el fenómeno apenas empezaba a hacerse público. Habla de “tens of thousands” de niños abusados alrededor del mundo, sin dar una sola fuente de información.

La pederastia aparece en todas las clases sociales y se ha incrementado en la medida en que se generaliza la pornografía. Entre los sacerdotes no es mayor que en el resto de la población, aunque sea por supuesto más escandalosa, afectando un 0.3% del clero, según el experto no católico Philip Jenkins en su libro Pedophilia and Priests, después de un juicioso estudio que incluyó 2.252 sacerdotes de los cuales uno resultó pederasta. Mons. Charles J. Scicluna, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la que se confiaron estos casos que antes estaban dispersos, dijo en un informe de marzo de 2010 que en el período de 2001-2010 habían analizado unos 3.000 casos concernientes a delitos cometidos en los últimos 50 años. En el 60% de los casos, pudieron comprobar que no se trató de actos de pederastia sino de homosexualidad de “efebofilia” realizados con muchachos mayores de 18 años, escandaloso y pecaminoso sí, pero no es pederastia. En un 30% de los 3.000 casos reportados pudieron comprobar que se había tratado de relaciones heterosexuales realizadas con mujeres mayores de 18 años. También estos curas faltaron a  su voto de castidad, pero no eran pederastas. Del restante 10%, 180 sacerdotes eran muy ancianos y no fueron sometidos a ningún proceso penal. Los demás fueron relevados de sus obligaciones sacerdotales y sometidos a las autoridades civiles.Un solo caso sería atroz. Pero no puede hablarse de “tens of thousands”.

Benedicto XVI ordenó terminantemente que todos los casos de pederastia del clero fueran reportados a las autoridades civiles, de manera que no se puede acusar a la Iglesia de “taparlos” u “ocultarlos”, aunque sea cierto  que ese fenómeno se presentó anteriormente.

El Informe del CRC busca un efecto mediático. Y como los medios no investigan, lo logra. Hay que reprobar enérgicamente la pederastia de los sacerdotes. Pero ¿cómo entender que el CRC le reclame en el mismo Informe a la Iglesia que no promueva el aborto? ¿No es este acaso un crimen contra los niños?