Mendigando justicia
“El magnicidio: Ese día, el 2 de noviembre, se levantó temprano porque tenía que revisar y firmar unas cartas. A las 7:30, acompañado, como siempre, de su esposa Margarita, desayunó café con leche, tostadas, mermelada y un trozo de queso.
Antes de dormir escuchó un buen fragmento de Mozart, su músico preferido. La antevíspera había leído en voz alta y comentando para su esposa otro capítulo de “El mundo de Sofía” del escritor noruego Jostein Garder, una novela sobre la historia de la filosofía. En su mesa de noche reposaban sus últimas lecturas: “El umbral de la esperanza” del Papa Juan Pablo Segundo, en edición inglesa, y las poesías de Manuel y Antonio Machado.
Como era su costumbre, a la Universidad Sergio Arboleda llegó puntual. Y luego de una breve entrevista con el Dr. Rodrigo Noguera Laborde hacia las 9.00 a.m., se dirigió al salón de clase para su cátedra sobre Cultura y Civilización, cátedra que dictaba todos los lunes y los jueves.
Antes de despedirse de sus alumnos, le anunció al curso: “Jóvenes, el próximo lunes no habrá clase”. Dejada el aula, se dirigió hacia el parqueadero donde lo esperaba su fiel escudero Edgar Ignacio Rueda Cristo Huertas. Se saludó, cordialmente, con su amigo el exministro Gabriel Melo Guevara. El Dr. Gómez se subió por el lado izquierdo del carro y se sentó detrás del chofer.
Minutos antes de las 10.30 a.m. cuando el Mercedes azul tomaba la calle 74 rumbo al oriente, dos sicarios jóvenes que vestían pantalones y chaquetas de color negro se acercaron al auto y dispararon contra la ventanilla izquierda donde se encontraba el Dr. Gómez. Uno de ellos descargó por completo el proveedor de una subametralladora que pegó al vidrio derecho de la puerta trasera del vehículo y descargó la primera ráfaga, después de las cuales se escucharon otras. En medio de la confusión, los dos jóvenes desaparecieron caminando por la carrera quince.
El relato anterior sobre el día del magnicidio se encuentra consignado en un libro: Álvaro Gómez Hurtado su Pensamiento Vive, de Alberto Bermúdez, publicado por la Universidad Sergio Arboleda.
En un editorial en el diario El Siglo, AGH comentó con respecto a la Justicia: “La sociedad necesita ver y comprobar que los delitos no quedan impunes”.
Invito a los columnistas de El Nuevo Siglo para que le ayuden al Dr. Montealegre a construir un perfil de AGH. Necesita ¡40! De lo contrario, el Dr. Montealegre piensa construir una sofisticada teoría jurídica sobre Derechos Humanos. En el año 19, a un año para que prescriba su caso, AGH se encuentra mendigando justicia.
Puntilla. Y, ¿El general, con minúscula, Mora defiende al general Alzate? Bien, gracias. El padre del general Alzate, cuando era teniente, fue quien liberó a Carlos Lleras Restrepo cuando fue secuestrado por el Eln dentro de la U. Nacional. Una mala paz es peor que una guerra, Tácito.
@ragomezmar
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI