Rafael De Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Junio de 2016

¿Capaz de tener familia?

EN esta locura colectiva de estar reclamando derechos día y noche, hemos olvidado preguntar si estamos en capacidad de ejercerlos. Porque una cosa es querer y otra muy distinta poder. Querer casarse, tener hijos, vivir alegremente, querer ganar dinero para el diario vivir y estar con unas personas que lo acompañen en la vida suena bien y hasta bonito. Pero, insisto, todo el que desea esto, ¿está en capacidad de asumir lo que significa hacer y tener familia? Las cosas que vemos, por ejemplo la violencia intrafamiliar o las rupturas matrimoniales o los hijos abandonados o la misma infidelidad reflejan que hay muchísima gente que, a primera vista, no está en capacidad de asumir una realidad tan compleja como lo es una familia.

 

Crear una familia es delinear un proyecto de vida que involucra al menos dos personas, los esposos, y en nuestro medio, seguramente otras más que son los hijos. Es apostarle a hacer un camino juntos a lo largo de la vida para alcanzar metas, crecer, compartir, luchar, superar obstáculos y también cerrar el ciclo de la vida. Es una construcción hecha de razón y de fe, de sentimientos y afectos, de alegrías y tristezas, de nacimientos y muertes, de trabajo y patrimonio, de ilusiones y fracasos. En realidad se necesitan unas capacidades muy claras y definidas para asumir este proyecto de vida. Y la verdad es que en nuestra sociedad hay que mirar con lupa quién en verdad está en condiciones de ser “merecedor” de crear una familia. El cúmulo de datos que nos habla de rupturas, violencias, agresiones, abandonos, violaciones y abusos, nos indica que es incalculable el número de personas que nunca debieron haber formado familias o que están a tiempo de no hacerlo.

 

El drama de nuestro desbarajuste social es muy difícil de explicar en sus causas. Pero es evidente que las mínimas condiciones y capacidades propias de un ser humano equilibrado están ausentes en muchísimas personas de nuestra sociedad. Lamentable e injusto. ¿La pobreza, la guerra, la falta de norte espiritual, el mal ejemplo, la injusticia social, las adicciones? ¿Cuál será la causa de esta discapacidad que se ha instalado en tantas vidas colombianas? No lo sé con precisión. Pero por lo pronto cabría pensar cómo hacer reflexionar mucho, pero mucho más, a todas las personas antes de atreverse a formar una familia, traer una nueva vida al mundo, ilusionar a otra u otras personas con un proyecto de vida.

Jesús decía: “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y hermana y madre”. ¡Qué lejos estamos!