A PEDAZOS CEDE SOBERANÍA
Un país sin fuerza
Nicaragua se quedó con buena parte de nuestro mar. Ecuador hizo que los cultivos de coca fueran intocables en la frontera con Colombia. Venezuela expulsa colombianos a través de una acción similar a la de llevar judíos a los hornos en la segunda Guerra Mundial, con la venia de un expresidente nuestro. Panamá nos obligó a no calificarla de paraíso para quienes no pagan impuestos.
Seguramente Brasil debe estar planeando también alguna manera de aprovecharse de esta muy débil República que a pedazos cede su soberanía, la que hemos puesto en manos ineptas desde hace muchos años. Y la República también es débil hacia adentro pues los ciudadanos, además de indignarnos un cuarto de hora por cada mordisco que nos dan, no hacemos nada más.
Y es que no hay cómo dar señales de fuerza a los vecinos. Los aparatos de nuestras fuerzas áreas se caen en cantidades alarmantes. Muchos militares están encarcelados por saltarse la ley. También los políticos. Nuestras representaciones diplomáticas son una comedia montada por los amigos y amigas de poderoso de turno y no hacen nada que valga la pena. ¿Quién sentirá siquiera el mínimo temor de ultrajar este débil país o a sus ciudadanos? Nadie. Mucho menos los tiranos. ¿Qué político maquiavélico no aprovechará esta situación gelatinosa para hacerse con parte de algo de lo nuestro, acaso el territorio próximamente?
Colombia está distraída totalmente en La Habana. Estamos como borrachos con lo que allá sucede, si es que algo está sucediendo. Mientras tanto el panorama de descuido interno es sumamente preocupante, aunque nos hagan dormitar con estadísticas muy difíciles de creer. Quizá por la condición de debilidad que hoy caracteriza a Colombia debe ser que nos tienen como alienados con toda clase de ídolos deportivos exaltados hasta el paroxismo por un brinco, un pedalazo o un gol. Pero la cruda realidad es otra: están brincando sobre nosotros, nos están dejando botados a pedalazos y nos están metiendo goles por todas partes.
Hace tanto tiempo que estamos tan mal dirigidos como sociedad que creemos que eso es lo normal de la vida. Pero están llegando días en que no se podrá ocultar más nuestra debilidad y entonces muchos más querrán aprovecharse de este ser un poco desnutrido llamado Colombia. ¡Dios nos tenga de su mano!