MISIÓN PROFÉTICA
¿Sigue siendo simpático?
A mí francamente me gustaría que la opinión estuviera más de controversia con el Papa que de muy amiga. El Sumo Pontífice tiene una misión profética y no de animador de televisión y eso lo ha de impulsar a hablar críticamente desde la Palabra de Dios. Como lo hace ahora el Papa Francisco con su encíclica en torno del tema ambiental. Un documento realmente duro en muchos aspectos y fuerte en sus planteamientos. Llama las cosas por su nombre y deja ver que en un tema como el ambiental la humanidad está, hace rato, en mora de cambiar numerosas formas de hacer las cosas. Y pone el dedo en la llaga de los modos de producción, de los desbordados intereses del mundo financiero, de las industrias que mienten ambientalmente, de la incapacidad de los Estados para imponer su autoridad debido a las fuerzas económicas y a los intereses industriales. Y al consumismo lo manda directamente el séptimo infierno. Es decir, ya no resulta tan simpático el famoso Papa argentino.
Y no lo resulta para quienes se sienten afectados con sus afirmaciones, aunque no sabemos cuántos se tomarán en serio sus amonestaciones para no seguir destruyendo nuestra casa común que es el planeta Tierra. Y puede ya no ser tan simpático Su Santidad para el ciudadano de a pie que se ve cuestionado en sus hábitos consumistas donde ni siquiera existen preguntas sobre la racionalidad del modo de vivir. Y a quienes los pobres les estorban les resultará todavía más antipática una persona que investida de la autoridad papal se pone clara y manifiestamente del lado de los más desfavorecidos, cuya condición es resultado en gran medida del famoso sistema que todo lo rige e impone, el capitalismo liberal y su ídolo llamado el libre mercado.
Es cierto, dicen los “expertos”, que nunca como antes, gracias al sistema, tanta gente ha progresado, pero también es cierto que este famoso sistemita deja por fuera del juego a millones de personas y desertifica enormemente el planeta.
Un Papa simpático es arma de doble filo. Sus oyentes o quienes lo ven (pero no lo leen) pueden caer en una especie de sopor y falsa tranquilidad porque sus signos son conmovedores. Pero la conservación de la vida, el encuentro real con Dios, la conversión, incluyendo la ecológica, son mucho más que un reinado de simpatía como el de Villeta, por ejemplo. El Papa, sobre todo, es un profeta y Francisco no desentona.