Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Noviembre de 2014

COLOMBIANOS

En busca de sentido

¿Qué le puede dar sentido hoy día a un colombiano o a una colombiana? Son tantas y tan variadas las realidades sin sentido que los rodean y agobian, directa o indirectamente, que bien puede haber en todo nacional, sin excepción, ganas de irse de esta tierra o simplemente deseo de morir. Los que tienen mucho viven escondidos porque tener se volvió vergüenza. Los que nada poseen ya no saben cómo llegar a tener algo digno y humano. La vida rural está marcada por una pobreza que todas las estadísticas afirman es escandalosa, salvo que usted tenga un ingenio o algo de ese tamaño. La vida en las ciudades es de una densidad que escasamente permite moverse en cualquier sentido que se tome el verbo mover. Lo único seguro en la vida de los colombianos es la inseguridad. De resto, pese a todos los discursos optimistas, mucha gente no sabe para qué vivir en condición de colombianidad.

Tal vez la figura icónica de este malestar nacional esté reflejada en la expresión de un número cada vez mayor de estudiantes universitarios: “acabo carrera y me voy del país”. Me voy, quiere decir esta frase, entre otras muchas cosas, del deterioro social imparable, de la corrupción sin dique a la vista, de la desigualdad tan ofensiva que nos envuelve, de las ciudades tan peligrosas que nos tienen aprisionados, de los políticos cínicos, de los otros jóvenes con quienes difícilmente se puede contar para hacer vida de pareja en forma estable y confiable, de los medios de comunicación tan adictos a divulgar solo lo pésimo y reprobable, de las religiones que no saben leer nuestros anhelos más profundos, etc. Lo mejor es irse, concluyen, después de argumentar con pasión. ¿Y quién puede objetar este grito que reclama la ausencia de todo sentido en la vida que hacemos en Colombia?

Como país es poco lo que sabemos acerca de para dónde vamos y qué queremos. En la base de esto puede estar una dirigencia sin formación humanística y solo adicta a la muy fría ciencia de la economía y los números, siempre necesarios, pero nunca suficientes. Como ha de estar también la realidad de las rupturas en las relaciones humanas fundamentales que se han vuelto el común denominador de la sociedad colombiana y que son otra forma de violencia. Aparte de una gritería alrededor de la selección de fútbol, creo que nada más le otorga sentido al diario vivir en Colombia. Queda es tarea por hacer: buscar el sentido de esta nación.