RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Marzo de 2014

Pero falta mucho

 

Los  señores de la economía son unos tipos simpáticos. Tienen unas frases capaces de hacer delirar. Colombia, dicen estos hombres y mujeres, ya supera la economía de Argentina, aunque no aclaran si esto es mérito o no.  Hablan de exportar, del precio del dólar que sube, del déficit fiscal que disminuye, de la deuda externa que crece como espuma, “pero no es  peligrosa” (todavía), del aumento del salario mínimo como en $ 30.000 (y no les da pena), etc. Tienen, pues, los economistas como un catecismo que busca presentar un paraíso (cada gremio propone el suyo) y el colombiano estaría asomando en la próxima esquina.

Vengo esta semana de una escuela rural a menos de cinco horas de Bogotá. Todavía cocinan con leña y las ollas se ponen en el suelo antes de servir la comida. Los baños son ecológicos pues hay que acercarse a un árbol para hacer lo que sea menester. Se almuerza en el piso pues no hay mesas en el comedor. Hasta esta semana había cancha deportiva múltiple, pero no balones. Y, lo más atractivo y llamativo, es la alegría con que transcurre la vida de este colegio. Profesores y profesoras llenos de optimismo, alumnos bien presentados y con cara feliz, jóvenes que sin ideologías urbanas tergiversantes ayudan a limpiar el colegio y amabilidad por todas partes.

Sí, los economistas y su catecismo tienen razón en parte. Es cierto que ya salimos de la colonia. Pero nos falta mucho para empezar a dormir completamente tranquilos y en paz.  Pero tal vez ni siquiera el problema sean los hombres de los números, sino los que se llaman políticos, personas dedicadas a tomar los bienes de la ciudadanía sobre todo para sí mismos, sin importar si las cocinas están en el piso, si hay un comedor decente para los pobres, si hay baños disponibles para los seres humanos. Tendríamos que lamentarnos todos de que tal vez ni siquiera hemos intentado educar y formar gente para hacer política. Simplemente nos retiramos de ese tema y                                                     lo dejamos en manos de fabricantes de carruseles.

Hubiera querido saber, antes de este día de elecciones, quién educó, quién formó y qué le enseñaron a esa montonera de gente que quiere ser congresista y aun Presidente de este país tan lejano de la justicia y la equidad. Por lo pronto trataremos de hacer una cocina decente para una escuela de gente muy especial. Reconozco que la comida hecha a leña tiene su sabor especial.