RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Diciembre de 2013

Caballos bien, hombres mal

 

Como escena lejanísima leíamos en La ciudad de la Alegría, en el país de la India, cómo aparecían hombres aplastados por la miseria que halaban carretas y quizá morían un día al faltarles fuerzas para tan ingrata labor. La escena se hizo próxima y cohabita ahora en casi todas las ciudades colombianas. Deambulan por nuestros conglomerados urbanos hombres tirando unas pesadas carretas de dos ruedas, generalmente con pesadas cargas que parecen suplir el látigo, pero no el dolor, que movía a los caballos de las viejas ‘zorras’, según nombre dado en las ciudades a tal medio de movilización y carga. Hoy los trajinados caballos han adquirido estatus de altísima alcurnia, entre tanto hombres han terminado supliendo su titánica labor.

Las bestias, hoy disfrutando de verdes prados y tratos casi de ángeles y algunos hombres sometidos quizás por la pobreza a un oficio que por donde se mire es difícilmente humano. Así son las insoportables contradicciones de la sociedad actual. Todo un ejército de conmovidos animalistas y políticos sin metas superiores, “salvando” animales, mientras seres humanos se ven obligados a asumir trabajos que solo por respeto a ellos llamamos tales. Ni una voz se levanta en busca de un mejor estado de vida y labor para estos carreteros actuales. Los caballos disfrutan hoy de una especie de vida burguesa, con alimentación opípara, médicos a sus órdenes, custodia policial y hasta jueces a su servicio.

¡Qué farsa! Tantas acciones hoy proclamadas como heroicas y premiadas por doquier no hacen sino ocultar una gran distorsión de valores y un desorden mental que como siempre sucede, se vuelven contra el mismo ser humano.

Hasta que el hombre y la mujer no sean el primer objetivo en todas las luchas sinceras y nobles de la humanidad y hasta que ellos no estén todos bien, todas las demás luchas estarán ocupando el lugar que no les corresponde, sin que por ellos sean de importancia menor. 

Alguna vez Jesús reclamó airadamente a sus paisanos porque lo criticaban por realizar curaciones en el día sagrado del sábado y les recordó que muchos de ellos harían hasta lo imposible por rescatar su bestia de trabajo si cayera en una zanja aun en día sábado. Estas cosas enrevesadas suelen suceder cuando la humanidad es regida por el sentimentalismo y no por la razón, facultad superior bastante en desuso en estos tiempos que fueron modernos y que ahora son bestiales.