Mil razones para cansarse
La gran mayoría de la gente que hace las cosas bien, al derecho y en derecho, en Colombia, tiende a ratos a sentir un cansancio y una desesperanza más que justificados. Al lado de ellos hay una cantidad de gente que pareciera aumentarse día por día, que todo lo destruye, desnaturaliza y arrasa. Con el agravante de que en ciertos sectores y medios ha sido elevada a una desconocida categoría de gente especial a la cual toda la sociedad sale debiendo esta vida y la otra.
La lista es larga: comienza por toda esa multitud que resolvió ponerse un fusil al hombro y matar a diestra y siniestra y se llaman guerrilleros, paramilitares, bandas y mafias. Continúa con esas verdaderas manadas de ladrones y vándalos que deambulan como amos y señores de los conglomerados urbanos sin freno ni ley que los ataje. Los imitan vestidos de paño la sarta de políticos que han creído que están en su derecho de saquear cuanto dinero público se les atraviese en su siniestra carrera llamada pública. Se adorna todo esto con barras bravas, asesinos sueltos, violadores, encapuchados que destruyen todo a su paso, traficantes de personas y de influencias, ladrones de cuello blanco, etc. Es increíble la cantidad de personas que poco a poco han ido conformando una amenaza en el diario vivir, ya no solo contra las personas, sino contra la Nación, las instituciones y la ley.
El cansancio de este panorama tan extendido sobreviene al hacerse el ciudadano consciente de que en realidad vive bastante mal rodeado y muy amenazado en su seguridad e integridad. Y viene también de la impotencia en general de la sociedad y sus instituciones para darle un derrotero diferente a la forma en que se vive. Cuando Colombia era un país pobre y escaso en desarrollo, las cosas, sin ser ideales, eran mucho más claras y la vida mil veces más sosegada. Pareciera ser que cada punto en el crecimiento económico también trajera otro punto del desarrollo criminal. La forma como manejan nuestros dirigentes el país, pensando únicamente en el crecimiento económico, está dejando ver cómo eso es absolutamente insuficiente pues la condición humana de miles de colombianos es deplorable y lastimosamente criminal y la de la mayoría de gente, la que es recta, vive en derecho, trabaja sin cesar, se ha tornado agotadora y llena de miedos reales. La plata no lo es todo decía alguien, pero lo sacaron de la fiesta.