Eunucos diplomáticos
La debilidad diplomática de Latinoamérica es abismal. Rara vez se evidencia la unión de los gobiernos de la región para hacer un bloque eficaz alrededor de determinada causa, por más importante que ésta sea. Por lo general no se pasa de las declaraciones formales que no evolucionan a acciones geopolíticas concretas y medibles.
Lo anterior queda más que demostrado con la pasividad de los países del centro y sur del continente ante el arranque en el Congreso de Estados Unidos del debate al proyecto de reforma migratoria. Nunca como ahora se ve tan posible una modificación de fondo a la normatividad que impacta a más de once millones de personas, en su gran mayoría latinoamericanos, que viven en territorio norteamericano sin tener legalizado su estatus migratorio. La fuerza de un presidente como Barack Obama, iniciando su segundo mandato, la certeza de que el voto latino fue determinante para señalar al inquilino de la Casa Blanca y el inédito acuerdo entre Demócratas y Republicanos para sacar avante la reforma, confeccionan un escenario que una década atrás era impensable.
Sin embargo, hasta el momento la voz de los gobiernos latinoamericanos en las instancias de poder en Washington ha brillado por su ausencia. Ni la OEA u otros entes subregionales como la Unasur o la Celac han activado estrategias políticas y diplomáticas de amplio espectro para tratar de influenciar o terciar en el rumbo de la discusión en el Capitolio de EU y la constante negociación con la Casa Blanca. Tampoco se ha visto algún tipo de acción conjunta en lo relativo a los llamados think tank, que son una especie de “tanques de pensamiento” de los que se nutren muy seguido los congresistas para sustentar sus posturas sobre los temas más complejos y de mayor impacto en la opinión pública.
Latinoamérica debería aprender de las naciones asiáticas que en las últimas dos décadas han desarrollado una diplomacia que los expertos tienden a calificar como “geoestratégica”, y que tiene como principal objetivo hacerse sentir en cualquier rincón del planeta en donde sus intereses políticos, geopolíticos, económicos, sociales, institucionales y de cualquier otro ámbito estén en juego.
Así como vamos en la discusión de la reforma migratoria en EU, los gobiernos del subcontinente terminarán en el corto plazo dándose golpes de pecho ante hechos creados y, ya para entonces, difíciles de reversar. Una triste historia muchas veces repetida.