Crecimiento de ciudades
El proceso de urbanización en Colombia cada vez es más acelerado. En las grandes urbes como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y otras el ritmo de crecimiento supera todo cálculo. En el caso de la capital de la República, la migración desde todos los puntos del territorio nacional empuja su expansión y aumentan las exigencias en vivienda, servicios, transporte y muchas más necesidades.
Algunas como Medellín sorprenden por sus avances extraordinarios en todas las áreas, innovación, infraestructura, sistemas modernos de transporte. No obstante todas tienen en común que se están convirtiendo en verdaderas metrópolis.
El cambio que se inició hace varias décadas es general. De un país rural se pasó a uno urbano. Incluso en la misma provincia, en poblaciones medianas se levantan grandes proyectos de conjuntos residenciales, de comercio, hoteles, casinos. Es la fiebre del urbanismo que se impone.
Las grandes urbes se ensanchan y se tornan en superpobladas. A su vez, las ciudades intermedias no se quedan atrás en esta carrera. En los próximos decenios van a emular con las grandes en todas las áreas. Serán parte integral de la sociedad de consumo. Y se trata de las que hoy se pueden considerar pequeñas con un número modesto de habitantes que en pocos años verán crecer su población en volúmenes muy altos.
Es el reto de los años venideros la sostenibilidad de las que se convertirán en importantes emporios de desarrollo, pero a la vez demandarán más servicios, infraestructura y atención. El impulso que han tomado las urbes medianas y aun pequeñas es síntoma de que la economía nacional crece. Y aquí es donde los gobiernos locales tendrán que no quedarse a la zaga y proveer de todo lo necesario en lo que incumbe a las obligaciones oficiales de garantizar todos los servicios y la infraestructura vial, educativa, de salud, y todo lo que implica una mejor calidad de vida. Ante este incontenible ímpetu que ha tomado el desarrollo en todas las ciudades colombianas, gobiernos seccionales, locales, el nacional, la empresa privada, en conjunto, deben contribuir a esta ola del progreso y la modernidad, sin descuidar el sector rural que tiende a achicarse y no puede dejarse decaer, pues precisamente va a ser el soporte, la despensa de las urbes en los próximos años.