La semana anterior tuve la oportunidad de escribir algunas apreciaciones sobre los factores a tener en cuenta para la protección de nuestro entorno, dando ahora continuidad al tema.
El desconocimiento científico en temas ambientales en nuestro país es increíblemente grande, el apoyo a investigaciones científicas que pudieran mejorar nuestro hábitat, o cuando menos mantenerlo, es precario. De hecho, los pocos esfuerzos que se realizan en este sentido, son iniciativas de algunas universidades u ONG que no cuentan con ningún apoyo significativo del Estado; los esfuerzos, curiosamente, se centran en investigaciones de desarrollos tecnológicos en los que muy difícilmente podremos competir con países del primer mundo, y desconocen que el verdadero potencial económico de nuestro país está en la correcta explotación de nuestras riquezas ambientales.
La falta de control ambiental sigue siendo un problema de importantes dimensiones, la cantidad de funcionarios dedicados por parte de los entes ambientales al control de las actividades en el territorio es tan irrisoria que hace prácticamente imposible ejercer un real control; aunado a esto es notorio que la fuerza pública no tiene una adecuada preparación para coadyuvar en este control y la justicia ambiental no tiene los dientes que se requieren para generar temor a los infractores.
El instinto de supervivencia ha logrado que la sociedad llegue al acuerdo sobre la necesidad de cuidar el planeta, el problema es que cada uno quiere hacerlo de la forma que le parece y algunas veces, la mayoría se podría decir, las decisiones no son las mejores y algunas veces empeoran el problema en lugar de solucionar los problemas.
Hay sí, un acuerdo tácito sobre la necesidad de cuidar el planeta, acuerdo que cuando menos garantiza que el propósito es el mismo y sobre el cual no hay diferencias entre los humanos; nuevamente surge el tema de la necesidad de llegar a acuerdos sobre la forma de lograr este propósito.
Están también los acuerdos internacionales, suscritos todos por Colombia, logrados a través de las diferentes COP, es indispensable que el país se ponga en la tarea de desarrollar cada uno de ellos, y sobre todo de cumplir con los compromisos allí adquiridos.
Quizá el único estamento capaz de coordinar estas actividades y de imponer criterios que unifiquen los deseos ciudadanos de proteger el ambiente, es el ministerio del ramo; la cartera de ambiente está en mora de salir a liderar un cambio en el comportamiento y una reforma general del SINA, sin esto no hay mayores posibilidades de avanzar y por el contrario, cada día retrocedemos más en este tema.
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