Según informe del Dane, la balanza comercial arrojó hasta noviembre de 2019 un déficit de USD 10.238 millones, un aumento del 37% respecto del mismo mes del año anterior. Este es un problema estructural que viene desde hace varios años y no ha sido generado por las políticas de las grandes potencias comerciales, los Estados Unidos y China que, seguramente, afectan algo, pero no en parte sustancial.
Los análisis dicen que la principal causa radica en el movimiento de ventas e importaciones de combustibles y otras industrias extractivas que, hoy por hoy, conforman el principal rubro del comercio exterior. Es verdad que ahora no somos el país monoexportador de café, pero sí lo somos de petróleo, carbón y minería que en noviembre alcanzaron el 51% de las exportaciones. En ese mes se exportaron 560 mil barriles diarios de petróleo, dato bien lejano del millón del que se habla con frecuencia. Pero como, además, el país importa etanol y gasolina, las cifras son dramáticas.
En noviembre de 2019 el país importó en total USD 4.757 millones con un incremento del 6.3% respecto del mismo mes del año anterior. El rubro de combustibles y productos de industrias extractivas aumentó el 62%.
Colombia tiene por lo menos trece tratados de libre comercio que involucran cerca de 45 estados. Hay otros en negociación. Con la mayoría tenemos déficit comercial, especialmente con la Unión Europea, Estados Unidos y la Alianza del Pacífico. Así que, por ejemplo, de los 264 mil carros que ingresaron el año pasado al mercado colombiano, casi ninguno pagó aranceles aduaneros. Lo mismo sucede con la mayoría de las importaciones.
Pero esos tratados tienen cláusulas de salvaguardia que permiten aplicar aranceles para equilibrar los casos de dumping que abundan. Así sucede con las papas fritas congeladas que llegan de Europa (¡Colombia importando papas fritas!), por lo cual se ha generado un problema con la Unión Europea. Se hizo algo similar con los aceros importados de China. Entiendo que hay unas medidas provisionales respecto del etanol con Estados Unidos que, según el experto Andrés Espinosa, tiene 31 subsidios valorados en USD 6.409 millones. Entretanto, el etanol producido en Colombia, producto de un esfuerzo descomunal de la agroidustria azucarera y palmera, está seriamente afectado. Se calcula que se requieren medidas compensatorias del orden del 22%.
A eso súmele que importamos café (¡sí, café!) de Vietnam y nadie se mosquea. Y que el valor del contrabando proveniente especialmente de China alcanza cifras incalculables a pesar de los esfuerzos de la Dian, que los hay, para combatirlo.
Tenemos un excelente Ministro de Comercio Exterior. Pero carecemos de una política fuerte enderezada a promover exportaciones. Los mecanismos financieros tales como Bancoldex, Procolombia y Fiducoldex (o el holding que acaba de crear al gobierno) tienen que ser complementados con capacitar a los productores para exportar. Necesitamos crear compañías cuyo negocio sea exportar, no necesariamente producir, como sucede en el Japón con empresas del tipo Sumitomo.
Este es un problema que requiere la atención de todo el gobierno. Como dijo Carlos Caballero Argáez, “estábamos mejor hace 30 años que en la actualidad, en términos del número de las empresas exportadoras, de los productos exportados y del valor de las exportaciones no tradicionales frente al PIB.”
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Coda: A quienes quieran saber sobre la complicidad de los ministros de Santos (Cristo, Rivera y Reyes) con las Farc para enredar la cuerda de la extradición y de los delitos posteriores al acuerdo de paz, les recomiendo el libro de Néstor Humberto Martínez, Las dos caras de la paz (Planeta, Bogotá, octubre 2019). ¡Magnífico!