Es muy alarmante e inmensamente triste ver lo que se está viviendo en España y lo dividido que se encuentra el país en este momento. El referéndum, convocado para el pasado domingo 1 de octubre por el Presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, a fin de decidir sobre la independencia de Catalunya de España ha dejado consecuencias insuperables para los ciudadanos, tanto de esa región como del resto del país.
El referéndum, aunque fue promovido inicialmente como una consulta de carácter vinculante que había sido aprobada por ley en el Parlamento regional, fue declarado ilegal e inconstitucional por el Tribunal Constitucional del Reino de España. Como consecuencia de ello, el Gobierno de este país ha hecho todo lo que está a su alcance, en virtud de la ley, para impedir su celebración. No obstante, lo único que se ha logrado es que la celebración de la consulta haya ganado aún más apoyo entre los catalanes, independientemente de su posición acerca de la independencia de Catalunya.
El pasado domingo, miles de personas salieron a votar en una locura de consulta en la que en muchas ocasiones no hubo control, no se solicitó un documento nacional de identificación, no se impidió el voto múltiple, se permitió el voto en grupo y se insertaron papeletas paralelas. El llamado a defender las urnas, ignorando las advertencias del Gobierno de España ante la ilegalidad de la convocatoria, desencadenó una serie de lamentables escenas en las que la policía nacional tuvo que arrasar con muchos ciudadanos para lograr cerrar puestos electorales y decomisar papeletas.
A raíz de estos hechos se ha generado un debate de los ciudadanos respecto a la legalidad de esa votación y la limitación de la democracia en el que muchos criterios infundados que se han formado de manera mediocre a partir de imágenes y videos de violencia circulados, desencadenando por un lado en fanatismo y por otro en un rencor y conflicto difícil de superar entre compatriotas y líderes políticos.
Es importante aclarar que la consulta es ilegal según el ordenamiento constitucional español, pero aun así la sostiene y defiende el Govern de Catalunya. No obstante lo anterior, el día de hoy una mayoría de catalanes respalda ese referéndum, independentistas, basándose en un argumento defensor de la democracia y sus propios derechos e ignorando lo que establece la Constitución y las normas que por tanto tiempo han regido en España.
Tristemente, muchos ven al pueblo Catalán como uno que intenta escapar a un gobierno nacional opresivo y abusivo, cuando su calidad de vida es una de las más altas del mundo y responsabilizan a la policía nacional por las lesiones del día y no a los miles de personas que violaron la ley y se negaron a cumplir el mandato de las autoridades.
El Gobierno de Cataluña es el único responsable de los eventos de este fin de semana al haber logrado aumentar la hostilidad entre el pueblo español, el odio ante el Gobierno del país, el fanatismo y victimizarse para ganar apoyo.
Ahora, el país se encuentra ante un pueblo polarizado y dividido y la insistencia del Govern Catalán en que el referéndum contaba con plenas garantías democráticas y fue válido con una votación ilegal y llena de fraude que según ellos superó el 90% a favor de la independencia. Lo preocupante en este caso me parece es que muchos ciudadanos, que no están de acuerdo con la independencia, apoyan ahora a Puigdemont, porque están en desacuerdo con las acciones, presencia forzosa y la oposición, a su parecer violenta, que ha presentado el Gobierno Español en esa región del país.
Es muy triste ver a un pueblo que logró salir de una crisis económica muy grande, unido, y que se recupera admirablemente sus índices de crecimiento tan polarizado y consumido en el rencor, el odio y el dolor.