Una de las historias que este Gobierno ha elaborado a partir de la consecución del acuerdo de paz con las FARC es la del supuesto incremento de la actividad turística. La paz permitiría la recuperación de vastos territorios a los que ahora la gente puede viajar a disfrutar de los paisajes naturales de, diga Ud., el Vichada, el Guaviare, los Llanos Orientales, el Caquetá o el Huila profundo.
Es probable que eso sea cierto. De hecho las últimas cifras publicadas de visitantes extranjeros hablan de algo más de dos millones de personas durante el 2017 que acaba de pasar. Un incremento del 126% con respecto a 2016, según cifras de las agencias de viajes y Anato. Todo un récord para nosotros, aunque una cifra mínima en los números que manejan los grandes destinos del planeta, como México, por ejemplo, que en 2017 habría recibido treinta y siete millones de visitantes.
Tiene razón el Gobierno nacional en señalar el sector turismo como uno de las actividades económicas que puede redimir esta maltrecha economía nacional, pero mucho me temo que el principal obstáculo para el tema es el Estado y el propio Gobierno nacional.
El mejor ejemplo de ineficiencia, inutilidad y estupidez lo acaban de dar las autoridades en el manejo del éxodo de los viajeros de las grandes ciudades. Salir de Bogotá entre el 28 y el 31 de diciembre se convirtió en algo más que una tortura. Periodos de hasta tres horas para solo cruzar la ciudad. Las “autopistas” del sur y del norte eran gigantescos parqueaderos, al igual que la calle 80. Pero salir de la ciudad no aseguraba nada. Trancones desde Chusacá hasta Silvania. Desde Cajamarca hasta Ibagué. Desde Mesitas del Colegio hasta Chusacá, desde Girardot hasta la Palmichala. No hay derecho.
El invierno repentino (?) fue la excusa para mantener cerrada la vía Bogotá-La Mesa o Barrancabermeja-Bucaramanga. Ofrecemos a los turistas un país para recorrer, siempre y cuando no haya un derrumbe que lo paralice. O un varado, o un accidente. Menos mal que no estamos en guerra con ningún país vecino porque bloquear Colombia si es muy fácil.
Todo eso se llama ineficiencia. Los funcionarios de Mintransporte, de Invías o de cuanta agencia hay dedicada al tema de carreteras y movilidad son personas a las que no les importa la gente. Y no tienen en su cabeza la palabra “previsión”. Ah, pero tampoco conocen “reacción”. Leeentos como una tortuga para dar cualquier solución. Que en 2017 haya trancones de más de 10 horas en varias carreteras colombianas debería dar para una huelga de votantes en las próximas elecciones.
Buscamos visitantes externos y no somos capaces de manejar la demanda interna, como esta de fin de año y lo peor, es que la única propuesta que se oye sobre el sector turismo es la de Petro, que pretende excluir a las grandes cadenas hoteleras del negocio. Mejor dicho, puro turismo depredador de chancleta y mochila. Espero que no gane.
Por lo menos en lo que si han acertado las autoridades es en el lema. Visita Colombia, “El riesgo es quedarte”….en un trancón.
@Quinternatte