Con carga de expectativas para la ciudadanía se abrió esta segunda parte de año en medio de fuerte tendencia con dudas y desconfianza hacia el inmediato futuro del país.
Los esfuerzos de paz exigen insistir en que el Acuerdo tenga cumplimiento. Sin pesimismo, ni optimismo, el posconflicto, si se hace bien, dejará atrás las huellas de guerra.
Lo esperado plantea reto, para que Gobierno y desmovilizados, construyan con hechos, el rumbo para encaminar en clima social y productivo, una vida de sana convivencia.
El posconflicto impone integración de gestión y organización con ciudadanía; crecerá si se desprenden inversión, obras básicas, servicios públicos, producción con trabajo, educación, salud, y demás, en áreas urbanas como periféricas.
Al ver que se pasa de firmas a hechos, con absoluta certeza, el ciudadano común tendrá más credibilidad. Con menos verborrea se aleja a quienes hacen premoniciones de apocalipsis en Colombia.
El segundo punto integral es el proceso electoral que se avecina. Está por verse y sopesarse; se cuenta por ahora, con dos vertientes: Respaldo pleno a la paz y deseos de modificaciones. Que sean responsables en lo que dicen. El momento no es para mostrarse como muy “machos”.
A la brava no funciona nada, y menos con el criterio de quienes quieren mandar solos, convencidos de ser dueños de verdad, conocimiento y aplauso mayoritario.
La ciudadanía espera candidatos sin mentiras, ni promesas. Nadie come cuento, ni discursos ´ventijulieros´, sino propuestas realizables en salud, educación y empleo. El triunfo no lo encuentran a gritos.
La tercera integralidad es económica. Si hay medidas de Gobierno con equilibrio, sin reforma tributaria y con flexibilidad en tasas de interés para mercado fluido en inversión, ahorro y consumo, para ciudadanos de todos los bolsillos, - otro gallo cantará-.
Hay reto para el sector empresarial si tiene ganas de verdad para acompañar iniciativas sociales, en favor de quienes trabajan con honradez, nutriendo el mismo circuito de intereses de quienes manejan el timón de capitales e inversiones.
El cuarto aspecto reclama justicia limpia, con vuelco total, si es el caso, en sus organismos principales; además jueces, con salario decoroso, a cambio de absoluta exigencia profesional.
Y el quinto, el llamado -sector naranja- en economía, con turismo, hotelería, cultura, ferias, gastronomía, espectáculos y deportes; Significan integralidad, porque cada uno es componente comercial y generador de trabajo productivo.
El posconflicto requiere campaña educativa directa, al grano, para mostrar valores de una sociedad incluyente, proponiendo ideas para vivir mejor, conforme este país constitucional y autónomo hace 207 años.