El pasado miércoles 7 de octubre, convocados por el tanque de acción Libertank, cerca de 80 mil colaboradores de más de 450 empresas salieron a expresar en una sola voz su apoyo a las generadoras de progreso y bienestar: las empresas privadas.
Pocas veces los colombianos se han expresado en las calles con un mensaje positivo y completamente apolítico. La jornada sirvió para enviar un mensaje de apoyo a los empresarios, esos héroes silenciosos que hoy siguen construyendo a pesar de soportar una de las cuarentenas más largas del mundo y las duras decisiones que tomaron los gobernantes para enfrentar la pandemia.
De todos los mensajes positivos, uno captó mi atención y me ha dejado reflexionando varios días. Producto de la mala memoria no recuerdo su nombre, pero si su historia. Estaba en la Compañía de Empaques en Medellín, y llegó un periodista de un importante medio de comunicación, le preguntó sobre sus motivaciones para participar en el acto simbólico, “entré a esta empresa por el salario que me ofrecían, pero hoy el salario es lo que menos me motiva, esta Compañía es mi familia, es mi vida”.
Esta puede ser la historia de cientos de miles, al ser las empresas motoras generadora de bienestar, rápidamente se ganan el cariño de todos sus trabajadores, que entienden que gracias a ellas pueden salir adelante y que sus familias progresen. El 7 de octubre quedó demostrado que esos populistas que pretenden engañar y conseguir adeptos atacando la iniciativa privada, no tendrán éxito en los próximos años, los ciudadanos no abandonarán la herramienta que mejora su calidad de vida, por la fantasía utópica de un modelo económico que solo genera pobreza y miseria.
El valor que invierte algunas empresas en la nómina de algunas empresas puede llegar a ser 50 veces más alto que el que reciben sus accionistas en utilidades. La iniciativa privada sea consciente de ello o no lo conozca, siempre genera más valor que simplemente el ánimo de lucro. El buen empresario (que son la mayoría) entiende que el bienestar de sus trabajadores, proveedores y de la sociedad en general están por encima de sus intereses lucrativos. Si le quedan dudas, deténgase a pensar en los cientos de miles de empresarios del sector de la hospitalidad y el entretenimiento que vendieron sus casas, sus vehículos, rebajaron gastos y adquirieron grandes deudas para poder seguir sosteniendo la nómina de las familias que viven de sus negocios. Conozco casos como el de Julián, dueño de una pizzería en Cartagena, que cerrado, sin activos y con altísimas deudas, seguía pagándole el salario completo a Dayro su pizzero porque sabía que con su salario le pagaba un muy costoso tratamiento médico a su madre.
Esta actividad es apenas el comienzo del trabajo de Libertank, quienes con el objetivo de dejar Colombia mejor de como la encontraron, seguirán generando conversaciones para convencer a Colombia de la necesidad de adoptar como un mantra que el camino de progreso, bienestar, superación de la pobreza y construcción de equidad es con Más Empresas y Menos Estado.