Inversores de Estados Unidos y la eurozona nos están mirando con recelo y podrían comenzar a tomar distancia de Colombia.
Grandes firmas financieras americanas y europeas están prevenidas por escándalos diarios de corrupción en nuestro país, los cuales ya comprometen a órganos de control como la Fiscalía y jueces de la República.
Conglomerados financieros internacionales vinculados a servicios bancarios, telecomunicaciones, obras civiles y agroindustria, estiman que Colombia no aplica hoy prácticas de buen Gobierno.
Si bien creen en la conducción de la economía y le dan crédito a la política fiscal y monetaria, a la expansión del comercio exterior y a la firmeza del Ejecutivo contra corrupción, no ven con buenos ojos aumento de este flagelo en sectores público y privado.
En Washington, Nueva York, en Berlín, Roma, Madrid y Londres, hombres de negocios quieren invertir en Colombia, pero consideran que no es el momento.
En las bolsas de Londres y Nueva York, quienes están atentos a los movimientos financieros de la región para elegir el tiempo ideal de invertir, no aconsejan hacerlo ahora en algunos países de América Latina, y Colombia, está ahí.
La credibilidad en conducción de la economía nacional y el respaldo que le ofrecen al Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, por mantener a flote el crecimiento en medio de las dificultades externas, coincide con la distancia que guardan algunos empresarios frente a la corrupción.
A los potencialmente inversionistas en Colombia, hay dos cosas que inquietan y podrían provocar aplazamiento de inversiones: la corrupción que está en todos los niveles del poder y de la sociedad, y la inestabilidad en las reglas de juego fiscal y jurídicas.
Sin poner en duda buen desempeño de la inversión extranjera el último año teniendo en cuenta las complicaciones de la economía, lo cierto es que la corrupción nos está restando credibilidad frente a los inversores foráneos.
El tema en principales centros financieros del mundo cuando se aborda el caso colombiano, es sin duda, la corrupción y el ‘despelote’ del posconflicto, la veracidad del número de armas entregadas por las Farc, el choque de opiniones entre partidarios y opositores del acuerdo de paz, y por supuesto, la corrupción.
Aunque ningún empresario extranjero le ha manifestado al Gobierno de Colombia que no invertirá aquí o que no traerá nuevos capitales, los comentarios sí apuntan en esa dirección de no darse un mensaje de optimismo y credibilidad frente al enjambre de corruptos, una especie de colmena donde muchos actores están untados de miel.
Lo que el país ha ganado con base en un manejo juicioso de su economía, lo ponen en aprietos los corruptos. Son como abejas asesinas que pululan sobre el panal de recursos públicos que se ‘chupan’ con sus aguijones criminales.
Las posibilidades de mayores capitales extranjeros en Colombia para financiar proyectos de infraestructura y generar empleo, se podrían ver afectadas por cuenta de quienes se lucran del Estado, lo roban, lo estafan y lo saquean.
De la fuerza política con que Ejecutivo y Fiscal General actúen contra los ‘vampiros’ agazapados en cuevas de la corrupción, dependerá en parte preservar la confianza inversionista.