Una de las circunstancias que más perjuicio le está causando al país es la polarización en la que se encuentra. Independientemente de los desacuerdos entre los líderes políticos, la polarización ha llevado a que se genere un sentimiento de odio y un ambiente de tensión entre sus seguidores. En mi caso, lo veo materializado y reflejado en los comentarios que han recibido los diferentes artículos que he publicado, aun cuando en ellos procuro limitarme a analizar algunos eventos y sucesos que se han dado en Colombia. Muchas veces aplaudo la crítica, otras veces siento que algunos comparten mi opinión con sus cumplidos, pero últimamente me parece que los casos en los que los comentarios reflejan odio se evidencia lo peligrosa que puede ser esa polarización, pues se está perdiendo la capacidad de análisis imparcial que es fundamental para poder construir el futuro de nuestra nación.
Por supuesto que es muy importante que se puedan expresar abiertamente opiniones porque eso ayuda a corregir o a afinar posiciones y fomenta la opinión y el interés de los ciudadanos. Pero es importante que esa libre expresión se dé enmarcada en el respeto y deseo de mejorar y no simplemente de exteriorizar la opinión con insultos o agravios cargados de antipatía, rencor y enemistad. Hay que ser civilizados, respetuosos y no perder la cordura y alejarnos de nuestros valores. Expresarnos de una forma incorrecta pone en peligro la fraternidad, la armonía y la unión que hacen fuerte a nuestro país.
Por muchos años Colombia ha vivido una terrible situación de violencia, producto del viejo y prolongado enfrentamiento entre los partidos políticos tradicionales, la acción de las guerrillas, de los paramilitares y, más recientemente, del narcotráfico. Estos eventos no solamente han traído como consecuencia el conflicto armado, sino también una cultura en sí de violencia. Por eso es muy importante que pongamos todo nuestro esfuerzo para poder desterrar lo actos o pensamientos que parten de una base de violencia y poder construir una actitud de paz donde impere el respeto por los demás, por sus pensamientos, sus vidas y los valores.
No de otra manera podremos construir un país donde impere el orden y el respeto. En los últimos días el Presidente de la Republica ha hecho un llamado para poner fin a la polarización, pero debe darse cuenta que él no es ajeno a ella y ha sido uno de los causantes de la misma. Está muy bien la iniciativa pero para que esto se logre es necesario que todos, incluido él y su gobierno, pongamos todo de nuestra parte para lograr alcanzar esa unión.
La inseguridad en las ciudades, el déficit fiscal, el mal comportamiento de nuestra economía, la baja de inversión extranjera, los compromisos políticos y económicos en desarrollo del pacto de paz de La Habana, la baja del consumo, la decisión de un número importante de colombianos de poner en congelador muchos de sus proyectos de inversión o expansión de sus actividades económicas, de empresarios buscando cambio de residencia fiscal para encontrar un régimen menos oneroso y hasta la fuga de cerebros que se está dando son evidencia de que no nos esperan momentos fáciles y se requiere un país unido y responsable para enfrentarlos.