SEMANA crucial para bolsillo de colombianos por cuenta de la reforma tributaria y el salario mínimo para 2020.
Empresarios y trabajadores a la expectativa de ambas decisiones.
Los primeros esperan que el Congreso decida el rumbo tributario, controvertido y criticado por quienes consideran que se le sigue dando gabelas a los poderosos.
Los otros, obreros, nueve millones de personas que dependen de un mínimo, pendientes de la concertación salarial para conocer el incremento del próximo año.
Ambos escenarios pesan y definen mucho en el porvenir de las familias.
Si pasa la tributaria, hombres de negocios tendrán algunos alivios, gabelas le llaman, en tanto que estratos 4 y 5, asumirán más impuestos.
En el frente salarial, los trabajadores necesitan saber el aumento del salario para hacer cuentas y seguir rindiendo la platica.
La tributaria en esencia busca más recaudos.
El salario mínimo en suma es con lo que cuentan los pobres.
El Congreso, en consecuencia, debería dar paso a proposiciones o recomendaciones que buscan hacer más equitativa y progresista la reforma tributaria.
Que el nuevo marco fiscal no privilegie a los ricos y le dé duro a los pobres.
En incremento del salario mínimo a su vez, debería darse un alto sentido de responsabilidad social.
No comprometer la creación de nuevos empleos con jornales fuera de órbita.
Pero tampoco seguirle dando duro a la clase trabajadora.
Empresas deben ser capaces de sostener su nómina. No hay que echar la casa por la ventana. Concertar con responsabilidad.
Sin embargo, no hay que llegar a extremos de tacañería.
Trabajos dignos pasan por sueldos decentes, bien remunerados.
No quiebra una empresa por pagarle mejor a su empleado.
No se rasga la hoja de ruta laboral por acercarse al millón de pesos.
Tampoco se trata de poner a patronos contra las cuerdas.
Con sensatez y sentido común las centrales obreras lograrán más.
No es bueno presionar al Gobierno y llevarlo a las cuerdas para que anuncie por decreto el salario mínimo.
Tampoco cerrarse a la banda y no moverse un poco arriba del 4,5% que dan inflación y productividad.
Un buen nuevo comienzo para serenar los ánimos y poner un tinte navideño sería arrimarse al millón de pesos.
Un argumento para pagar el millón de pesos es que la economía crece sostenidamente, arriba del 3%. Y puede ser mejor.
Gobierno y empresarios tendrán más espacio fiscal si pasa la tributaria.
Empresas asumirán menos cargas, tendrán beneficios.
El Ejecutivo contaría con nuevos recursos por mayores recaudos.
Así las cosas, un salario mínimo decente caerán bien a todos. Un esfuerzo más no hará daño.
Quienes temen que pagar un poco más es peligroso para estabilidad e informalidad laboral, no olviden que un trabajador mejor pago compra más, ahorra y vive mejor.
Pobre bolsillo roto que no alcanza para pagar canasta familiar modesta.
El trabajador no será rico con un justo jornal. No dejará de ser pobre con el $1 millón.
Hagamos un trato: paguémosle bien al trabajador.