¿Quién no sueña con una vida tranquila, estable y próspera? Entonces, ¿por qué será que privilegiamos el placer, la fama, la riqueza, el poder? ¿Por qué no buscamos el amor, la solidaridad, la verdad…? ¿No será que alguien nos está manipulando para que seamos consumidores: víctimas de ideologías que nos llevan, de las narices, para que seamos lacayos de los dueños del mundo? ¿Por qué será que nos quitaron la razón de ser personas humanas: ser mas buscando el bien, la verdad, la libertad y el amor; considerando que somos dignos por ser creados por un Dios, que nos creó únicos, que nos ama sin límite, con un fin eterno de amor, personal? ¿Por qué será que nos han manipulado de tal manera que las grandes mayorías se ofenden si hablamos de la verdad, la virtud, los principios, la familia, la moral, la religión, de la fe, de una vida eterna?
Creo que la respuesta a estas preguntas son evidentes: nos han llevado a ser un número insignificante en las estadísticas de memorias cibernéticas, virtuales, manejadas por desconocidos, que nos ven como desechables.
“No se considera, hoy, a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles”--como los no nacidos-, o si “ya no sirven” -como los ancianos-. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por los alimentos, que es uno de los más vergonzosos. […] los derechos humanos no son iguales para todos… siendo que el respeto de estos derechos es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas a favor del bien común” (Csf, Fratelli Tutti, de S.S. Francisco).
Además, la educación indispensable en una política humanista de desarrollo universal se ha convertido en preparar a los alumnos para que dependan, se subordinen a unas máquinas: de manera que terminen siendo robots manipulados por unos chips “que solo entienden los entendidos”. Los demás, las grandes mayorías, dependen de ese universo asombroso, virtual, que nos sorprende, con más novedades, cada minuto.
Es cierto que hay líderes que hablan del arte, la cultura, la creatividad, de la tecnología, pero, desconocen la verdad integral de la persona humana: su destino eterno, su responsabilidad de velar por los demás, como condición previa para la subsistencia de la especie.
Resulta que al hablar de la educación no se privilegia la virtud (hábito operativo positivo) como condición insustituible para ser personas humanas integras. ¿Cómo vivir sin la prudencia: pensar antes que obrar: la reflexión informada? ¿Cómo convivir en sociedad sin ser justos, sin dar a cada uno lo que le corresponde: siendo solidarios? ¿Cómo convivir sin la fortaleza personal: ser formados para superar los miedos y los retos difíciles: soñar y cumplir? ¿Cómo llegar a ser grandes sin la templanza -temple moral- necesaria para superar los desordenes de los apetitos desordenados?