Según un experto en temas sociales y seguridad nacional con quien sostengo frecuentes charlas, será necesario que nos acostumbremos a constantes paros y protestas; no sólo porque ahora con las redes sociales es más fácil difundir hechos que generen rechazo y nos enciendan el deseo de corregir la apremiante problemática que nos rodea, sino porque, además, en el acuerdo firmado con las Farc se vislumbra que la movilización social será el método proselitista escogido por ellos para crecer su militancia y darle eco a sus propuestas.
Eso es precisamente lo que presenciamos desde hace semanas, con el paro de Buenaventura y con la huelga nacional de maestros oficiales.
Pero, haciéndole seguimiento a esos dos movimientos y tratando de ser objetivo en el análisis, encuentro que ambas protestas tienen vasos comunicantes en sus motivaciones; además noto que si la sensatez se hiciera presente en los negociadores a la hora de firmar los acuerdos que levanten las parálisis, podríamos asentar unas primeras piedras para la construcción de una sociedad menos excluyente.
La idea me surgió después de escuchar esta semana en los medios algunas entrevistas a dirigentes reconocidos de las dos movilizaciones.
Un líder de Buenaventura resumió que el interés que los mueve en su vigorosa protesta, es grabar en el imaginario del Gobierno nacional el mensaje de que la ciudad es “mucho más que un puerto y una carretera”; que más bien es un lugar donde habitan casi medio millón de personas que en su gran mayoría tienen necesidades vitales insatisfechas en todos los campos; que carecen de buenos colegios, de servicios de salud dignos y sufren la ausencia casi total de oportunidades laborales; que están cansados de escuchar promesas de campaña que no se cumplen y por lo tanto dispuestos a luchar arduamente por la solución definitiva a sus problemas.
El entrevistador interrumpió afirmando que la corrupción había sido causante en gran parte de los problemas que padecen; a lo que el líder respondió rápidamente diciendo que no podía ser de otra forma debido a la pobre calidad educativa y escasa cobertura, como también a la falta de tejido social que los convoque para contribuir con eficacia a la erradicación de sus padecimientos.
En otro espacio, el presidente de Fecode manifestó que ellos protestan buscando que se cumplan los acuerdos que permitieron levantar los paros anteriores. Las mejoras salariales, de condiciones de trabajo, solución al hacinamiento estudiantil en las aulas y en sus servicios de salud, no dan ya espera.
Estoy seguro que de lograrse una mejor remuneración a los docentes será posible hacer más atractiva esa profesión y así motivar a muchos de nuestros mejores bachilleres para que opten por esa carrera, condición necesaria para impulsar la calidad.
Hoy el programa “Ser pilo paga” muestra una baja demanda por esa profesión, situación que saca a flote una problemática que debe revertirse.
Esperemos que ojalá se aprovechen los acuerdos que se firmen para contribuir a la solución de la problemática de muchas regiones del país.