Paranoia y confianza | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Octubre de 2021

Ejemplos de la vida cotidiana dan cuenta de una pérdida total de confianza de la seguridad en las calles, en contraposición con la esperanza que traía el retorno normal a ellas, en ese esfuerzo resiliente y constante tanto por la recuperación económica como de las relaciones sociales presenciales, en respuesta a la efectividad de la vacunación del covid, la naturalización de los protocolos y el suspiro por el descenso estacional del pico.

Hechos como dejar el teléfono celular en la casa por el literal temor a ser atracado con armas por el pinche aparato; resbalarse y quebrase el pie por pegar la carrera ante una mirada sospechosa en pleno andén; contar los minutos en un semáforo en rojo por la estigmatización de cualquier motocicleta del lado; instalar películas de seguridad en los vidrios de las ventanas de los carros y pedir compañía hasta llegar la casa, son la evidencia de una justificada paranoia colectiva.

Ese delirio de persecución, que se traduce en ansiedad y miedo, ante la verídica percepción de inseguridad, es fruto de ese ingrediente básico de la vida en comunidad que es la confianza en el entorno. Es parte del temor a ser herido, por cuenta de una agresión que lleva a tomar acciones diarias conforme a más vale ser precavido.

El profesor Fernando Díaz Colorado, investigador y experto en psicología jurídica, afirma en la revista de Psicología Científica de la Universidad Javeriana (2002) -aunque en otro contexto- cómo  la desconfianza ciudadana se fundamenta en hechos de violencia reales, de modo que los sospechosos vienen a ser todos o puede ser cualquiera, de manera que afecta la rutina en la medida que esa angustia produce el temor a sufrir consecuencias dañinas ante los usos de intimidación vistos como un instrumento habitual y eficaz.

Resolver una situación que pasó de importante a urgente, necesariamente implica acudir a varias acciones, unas de carácter inmediato y otras de mediano plazo, que pueden sugerirse.

En primer lugar, está la capacidad de poner la seguridad urbana como una prioridad conjunta, sin protagonismos o intereses electorales, como asunto mínimo de un acuerdo sobre lo fundamental, como lo inspirara Álvaro Gómez Hurtado, que si bien en su concepción de patrimonio de la sociedad se ceñía a cinco avanzadas, hoy es de fácil concepción dentro del bien inalienable de la seguridad, donde los gobiernos nacional y local, candidatos, distintas tendencias ideológicas, pueden hacer un frente común.

La idea cuando se temía viajar por carretera de poder ir juntos en caravanas con la presencia de la Fuerza Pública fueron claves. Hoy amerita ser igualmente creativos en lo vital que es el acompañamiento.

A mediano plazo habrá que entrar a mirar la eficacia y real aplicación de normas de difícil reforma como el uso de armas, blancas entre otras, además de vigorizar la inteligencia de policía, como conocer la posible injerencia de una adicción a las drogas, no atendida de ninguna manera urgente por la política pública, en los casos de reincidencia. Estos son apenas unos atisbos.

* Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com