El virus que más rápido se propaga en la humanidad es el miedo. Y el medio más eficaz de contagio es la información que transmiten los medios de comunicación. ¿Qué tan responsable y fidedigna es? Cuando se trata de manipular elecciones, de contagiar a Wall Street o de vender ideologías dictatoriales disfrazadas de humanidad, hemos sufrido las más sofisticadas y encubiertas combinaciones de formas de lucha. Y si el microbio es real, como lo es el coronavirus, y el desconocimiento es grande aun para los científicos más renombrados ¿Cómo evitar la propagación de la histeria colectiva a través de las noticias y poner a los medios de comunicación al servicio de la pedagogía para prevenir y controlar la enfermedad?
El miedo al contagio produce el efecto de aislamiento. La información especulativa y exagerada está lanzando a los ciudadanos del mundo a comprar tapabocas y jabones antibacteriales. Ya hay escasez en las farmacias.
El aislamiento de Wuhan, una ciudad completa en China, hace temer lo peor. Los viajeros de cruceros lo piensan dos veces y todo habitante del planeta medianamente informado teme que se acerque la debacle universal.
Habría que empezar por escuchar a los saben y contextualizar toda información que se produzca sobre el tema. La autoridad más calificada que tenemos en Colombia es el científico Manuel Elkin Patarroyo. Él advierte, en entrevista con Salud Hernández en Semana TV, que “no todas las personas somos igualmente susceptibles a la recepción de esta enfermedad”. Afirma que “no se puede ignorar lo que está sucediendo pero, tampoco permitir la propagación de la histeria masiva y desafortunada, porque nos puede suceder lo del pastorcito mentiroso: Cuando llegue, de verdad, una pandemia, la gente no va a creer”.
En Colombia, la pedagogía masiva para prevenir el contagio debería empezar de inmediato, con medidas tan elementales como lavarse bien las manos, usar tapabocas en sitios con riesgo, no saludar de mano, ni dar la paz con la mano en misa, así como estornudar sobre el propio brazo para no propagar ningún virus, teniendo en cuenta que se transmite por la saliva. Serían un buen comienzo, mientras los científicos del mundo encuentran la vacuna. Ya se ha avanzado en el diagnóstico rápido y en el aislamiento de los contagiados.
Urge intensificar la prevención, crear una conciencia sobre la necesidad de aumentar las precauciones y alertar sobre las actividades con mayor riesgo de contagio. Desde luego sin alarmismos, con ánimo sereno y sin sembrar el pánico. Pero contextualizando, con la mayor información posible, para poder comprender el peligro real. El ejemplo planteado por el doctor Patarroyo sirve para el análisis: Mueren al año 455.000 personas por la malaria. Por el coronavirus han muerto aproximadamente 1.500 personas en tres meses.
Los microbios mutan, el miedo es el mismo y en muchos casos conduce a la paranoia colectiva. Ya es suficiente el contagio de los virus reales, para sumarle ahora la instrumentalización del miedo, como otra herramienta de control social. Los medios de comunicación tienen la palabra, para ser instrumentos de prevención y sanación. Si asumen este desafío, la humanidad entera lo agradecerá.