Ser la ciudad más antigua de Sur América, fundada el 29 de julio de 1525 por Rodrigo de Bastidas, le da a Santa Marta una preponderancia histórica, aparte de su envidiable localización geográfica sobre el Caribe.
Es increíble ver que 495 años después de fundada tenemos todo, pero también es evidente que no aprovechamos las ventajas naturales competitivas con las que contamos. Los problemas sociales en Santa Marta son muy delicados, pero los mismos tienen solución, es cuestión de voluntad. Me explico.
La encuesta de percepción ciudadana Santa Marta Cómo Vamos, liderada por Lucas Gutiérrez, nos cuenta en su más reciente informe que según la Superservicios tan sólo el 19,8% de los hogares cuentan con servicio de acueducto, teniendo más cobertura Quibdó, por ejemplo.
Asimismo, apenas el 16,8% de los predios de la ciudad tienen cobertura de alcantarillado, muy por debajo del promedio nacional que llega al 68,9%. La informalidad laboral supera el 72%, el desempleo a marzo de 2020, antes de pandemia, según el DANE se trepó al 12,5% y el desempleo juvenil es del 19%.
Mientras a inicios de 2019 la pobreza monetaria en Colombia llegaba al 27%, Santa Marta se ubicaba en el 33,7%, estando en peores condiciones que Florencia, Sincelejo y Neiva.
Para mejorar lo anterior la ciudad necesita la construcción de un gran pacto por la prosperidad ciudadana enfocado exclusivamente en la generación de empleo del que hagan parte el Gobierno nacional, el sector productivo, gremios, la sociedad civil, la academia, líderes comunales, samarios visibles nacionalmente y todos sus dirigentes locales. Un gran acuerdo que encamine el territorio a repensar cómo con la implementación de políticas públicas mejoran los ingresos de sus habitantes, con una especie de plan de desarrollo colectivo que no caduque.
Una territorio que garantice el acceso a agua potable las 24 horas del día, un sector privado que sea el eje del progreso con inversiones con estabilidad jurídica, gremios fortalecidos como acompañantes de la gestión pública, el desarrollo de la zona industrial sobre el corredor portuario con la instalación de grandes empresas, lo que dará un mejor aprovechamiento de su eficiente puerto, volcar la ciudad al río Manzanares con la recuperación de su ronda hídrica con oferta turística, el fortalecimiento del Centro Histórico con estándares de calidad, el desarrollo del Parque Tayrona y la Sierra Nevada con infraestructuras hoteleras sostenibles, consolidación como destino de cruceros y congresos, la creación de las rutas del banano, el café y el vallenato como atractivo turístico, implementación de centros de innovación y emprendimiento como Ruta N, subsidios a industrias culturales, diversificación en modos de transporte aéreo, terrestre, marítimo y fluvial y algo muy importante: empoderar al Consejo Intergremial y a la agencia Invest In en la toma de decisiones.
La coyuntura por el Covid-19 y el estar próxima a cumplir 500 años ha visibilizado los problemas estructurales del territorio, de lo cual resulta una gran oportunidad para repensarnos como ciudad.