PABLO URIBE RUAN | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Marzo de 2014

“Don Agustín era la fiel representación de un hombre universal”

El Gimnasio Moderno fue fundado en 1914, en Bogotá,  por don Agustín Nieto Caballero, Tomás Rueda Vargas y los hermanos Samper Brush, un puñado de hombres que tuvieron la noble iniciativa de empezar un proyecto educativo que giraba en torno al humanismo, la ciencia y la libertad, en oposición a la educación tradicional que estaba dominada por las órdenes religiosas y los dogmas.

El Moderno irrumpió en la Capital como símbolo de paz, de diferencia y de tolerancia. Muchos de los fundadores habían perdido a sus familiares en la Guerra de los Mil Días y sabían que por más que  una guerra vivida reiterara la venganza,  el único camino  para crear nación era la recuperación de la esperanza educando a las nuevas generaciones. El naciente colegio era una expresión centenarista.

Don Agustín era la fiel representación de un hombre universal, años antes de fundar el colegio había culminado sus estudios en Filosofía, Derecho y Sociología, y tras finalizar las tres carreras, junto con amplios conocimientos en ciencias de la educación, entró a estudiar Psicología en donde presenció las clases de Dewey, pedagogo francés quien para ese entonces innovaba con sus métodos de enseñanza. Javier Sáenz Obregón cuenta que Don Agustín  al regresar al país tenía como propósito crear una escuela pública experimental en donde los profesores dictaran sus clases a través de modelos pedagógicos diferentes que impulsaban la pedagogía activa.

Este proyecto sonó algo revolucionario para la época y el entonces presidente, Carlos E. Restrepo, persuadió al maestro de que prescindiera de tal iniciativa, razón por la cual Nieto Caballero se reunió junto con otros cachacos visionarios para crear un colegio privado que tuviera como base la cátedra activa, la crítica y el debate. El sueño de algunos centenaristas se hizo realidad. El Gimnasio estaba formando a los niños y jóvenes de Bogotá a través de metodologías distintas, teniendo como ideal: la escuela como un lugar abierto, en donde aprender no fuera un suplicio, sino un verdadero descubrimiento.

Y así, conforme a sus ideales, el Moderno durante un siglo le ha permitido al estudiante conocer, aprender y descubrir sin necesidad de figuras de autoridad. Porque la vida es un reto individual que se debe llevar de la mano con la autorresponsabilidad, sin olvidar el espíritu crítico en un mundo donde persiste el dogma y las verdades absolutas. Por eso el Gimnasio ha sido cuna de pensadores de todas las estirpes, que han conjugado el libre pensamiento con la rigurosidad científica, teniendo como legado innumerables periodistas, científicos, políticos, pintores, actores y  empresarios. Tantos hombres que respiraron ese aire de libertad gimnasiana, que se conserva entre los pinos y se mantiene inmutable. 

El espíritu del Colegio está más vivo que nunca en su cumpleaños 100, porque el  gimnasiano tiene  más preguntas que respuestas. Y esa inquietud constante es fundamental en una sociedad encarnizada por la búsqueda de culpables y los discursos de odio, siempre proclive a prontas soluciones pero nunca a preguntarse la raíz del problema.